Una terapia génica para los “niños burbuja”

Lo primero que tenemos que saber es que el nombre real de la enfermedad no es “niños burbuja”, sino Inmunodeficiencia Severa Combinada o SCID (del inglés Severe Combined ImmunoDeficiency).

¿Qué es el síndrome de los niños burbuja?

La SCID es una enfermedad poco frecuente que, como su propio nombre indica, es una inmunodeficiencia. Esto es, el sistema inmune del paciente no es lo suficientemente competente como para defender al organismo de las infecciones. Hay varios tipos de SCID, en función del gen afectado, pero en todas las variantes los linfocitos no funcionan bien. La enfermedad se manifiesta generalmente dentro del primer año de vida y se caracteriza por la presencia de infecciones continuas, como neumonía, meningitis, diarreas… Obviamente, puede ser mortal, pese a que ya existen tratamientos. El tratamiento más utilizado hasta ahora consiste en el trasplante de médula ósea, que ofrece posibilidades de curación.

Se trata de una enfermedad hereditaria que es bastante conocida para el gran público gracias al caso de David Vetter y la película «El chico de la burbuja de plástico«, protagonizada por John Travolta.

Como ya hemos comentado, hay varios tipos de SCID. Los dos tipos más comunes son la ligada al cromosoma X y la provocada por déficit de adenosina desaminasa (ADA, en inglés). Esta última es la forma más severa, puesto que el paciente no tiene linfocitos T, B ni células Natural Killers, y, de manera general, los niños no sobreviven sin tratamiento más allá de dos años. Sin embargo, precisamente para esta forma de SCID se acaba de publicar un avance muy prometedor. Vamos a ver en qué consiste.

Terapia génica

El trabajo del que os vamos a hablar en este post se refiere a la ADA-SCID, es decir, la inmunodeficiencia provocada por un déficit en la enzima adenosina desaminasa. El tratamiento convencional para los niños con esta enfermedad consiste en inyecciones semanales o bisemanales de la enzima junto con medicamentos encaminados a prevenir infecciones, como antibióticos y antifúngicos. Además, generalmente se tienen que hacer perfusiones de inmunoglobulinas una vez al mes. Esto es así hasta que se logra un donante de médula ósea compatible con el paciente.

En un trabajo publicado en la revista The New England Journal of Medicine se da cuenta del desarrollo, por parte de investigadores del Hospital Great Ormond Street y de la Universidad de California Los Ángeles, de una terapia génica que curó a 48 de los 50 niños con ADA-SCID incluidos en el estudio.

Se basa en la extracción de células madre y progenitoras hematopoyéticas CD34+ del propio paciente (por lo tanto, las llamamos autólogas). El antígeno CD34 es una fosfoglicoproteína que actúa como marcador en la superficie de determinadas células. Concretamente se expresa en las células progenitoras hematopoyéticas de todos los linajes (y en algunas otras células, células endoteliales de los capilares). Estas células son tratadas en el laboratorio, para corregir el gen ADA erróneo que portan. Para ello se introduce una copia correcta de este gen en las células utilizando un vector lentiviral. Es decir, han cogido un virus, de la familia de los lentivirus, y han metido en su interior una copia del gen ADA correcto. Pero este lentivirus ha sido, además, modificado para no ser infeccioso y para prevenir su integración en el genoma. Posteriormente ese virus logra penetrar en las células CD34 extraídas del paciente e integra el gen ADA que ya funciona bien en esas células. El siguiente paso es volver a introducir estas células de nuevo en el niño. Como se trata de células madre, a partir de ellas se fabricarán células inmunitarias con una correcta funcionalidad y que, por lo tanto, serán capaces de combatir las infecciones adecuadamente. Basta con realizar este procedimiento una sola vez, no hay que repetirlo.

Tres años después del tratamiento, los 50 niños siguen vivos. En 48 de los 50 niños las células modificadas lograron recuperar la actividad de la adenosina desaminasa lo suficiente como para restaurar la función del sistema inmune. En esos 48 casos se ha podido suspender los tratamientos preventivos con antibióticos e inmunoglobulinas característicos de esta enfermedad. Es importante recalcar que el sistema inmune tarda unos seis-doce meses en alcanzar una funcionalidad adecuada tras la terapia, por lo que el paciente debe seguir con el tratamiento preventivo durante ese tiempo. A todos los pacientes, pese a que aparentemente están bien, se les hará un seguimiento indefinido. Es decir, pese al tamaño de la muestra, la eficacia del tratamiento es del 95%. Por ahora no se ha detectado ningún efecto secundario grave relacionado con la terapia. La terapia aún es experimental, no está aprobada para su uso clínico, porque se necesitan estudios más amplios para comprobar tanto la eficacia como la seguridad. Si finalmente se aprobara, sería un gran avance, puesto que evitaría la necesidad de un trasplante de médula ósea, con todos los riesgos que ello conlleva, desde la dificultad de encontrar un donante compatible, hasta la posibilidad de rechazo, pasando por la quimioterapia necesaria previa al trasplante.

Seis de los niños que recibieron el tratamiento experimental en UCLA (UCLA Broad Stem Cell Research Center, https://newsroom.ucla.edu/releases/gen

En Europa está aprobada desde 2016 otra terapia génica para la ADA-SCID. Se basa también en la modificación ex vivo de células madre del propio paciente (autólogas). Utiliza para realizar la modificación genética un vector retroviral. Sin embargo, se ha observado en ensayos clínicos que el uso de este tipo de vectores puede causar efectos secundarios graves, como por la incorrecta inserción del gen. Una de las principales ventajas del uso de lentivirus en vez de retrovirus consiste en que los primeros pueden penetrar también en el núcleo de células que no están en división, lo cual permite llegar a muchas más células y, por tanto, aumentar la eficacia de la terapia.

Por último, para acabar con el post y darnos cuenta de cómo una terapia así puede cambiar la vida de una familia, recogemos algunas de las frases de la madre de Sarah, una de las niñas que participó en el estudio y que ahora mismo tiene cinco años:

«Si me tocaba la cara, por ejemplo, tenía que ir a lavarme las manos hasta el codo durante dos o tres minutos. A veces me sangraban por eso. Si el chupete se le caía al suelo, tenía que esterilizarlo antes de dárselo otra vez».

«Me cambiaba de ropa dos veces al día y también limpiaba la casa dos veces al día para evitar infecciones a la niña».

«Hoy Sarah hace una vida normal, va al parque, al colegio, queda con sus amigas e incluso podemos tener una mascota en casa”.

Fuentes

Web del hospital Stanford Children’s Health:  https://www.stanfordchildrens.org/es/topic/default?id=severe-combined-immunodeficiency-scid-90-P04809

Artículo original: Kohn DB, et al. Autologous Ex Vivo Lentiviral Gene Therapy for Adenosine Deaminase Deficiency. N Engl J Med. 2021 May 27;384(21):2002-2013. doi: http://dx.doi.org/10.1056/NEJMoa2027675

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About the Author: Alberto Morán

Licenciado en farmacia por la Universidad Complutense de Madrid. Realicé mi tesis doctoral en el Departamento de Bioquímica y Biología Molecular de la Facultad de Farmacia. Posteriormente hice un Máster en Dirección de Empresas Biotecnológicas. Trabajé casi un año en una consultoría de biotecnología. Posteriormente fui investigador y docente en la Universidad Complutense de Madrid durante siete años. Mi carrera investigadora se desarrolló en el estudio de los mecanismos moleculares del cáncer (colon y pulmón esencialmente). En noviembre de 2012 abandoné definitivamente el laboratorio. En la actualidad soy titular de una oficina de farmacia.

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