¿Flotamos en el agua? ¿Todos flotamos igual?
Post patrocinado vía Publisuites.com
El agua, pese a ser esencial para nosotros, no es nuestro medio natural. Por eso a los niños pequeños muchas veces hay que “obligarles” un poco para aprender a nadar. Tienen miedo a un medio que no es el suyo. Y una de las primeras sensaciones que tienen es que no van a flotar, que se van a hundir.
Hay que dejarlo claro. Flotamos. Todos flotamos. Pero no lo hacemos todos de la misma manera, algunas personas flotan mejor que otras. En este post vamos a explicar, primero por que flotamos y después por que flotamos “distinto” unos de otros.
¿Qué es lo que hace que un cuerpo flote?
Tenemos que recurrir a un griego clásico que seguro que te suena. Arquímides. El enunciado del famoso Principio de Arquímides dice que “un cuerpo sumergido en un fluido en reposo experimenta un empuje vertical hacia arriba igual al peso del fluido desalojado”. Es decir, que, si nos metemos en el agua, esta nos empuja hacia arriba y lo hace con la misma fuerza que el peso que tiene el agua que hemos desplazado al meternos. Se pueden dar entonces tres situaciones:
- Que el peso del cuerpo sea superior al peso del agua desalojada. El cuerpo se hunde.
- Que el peso del cuerpo sea igual al peso del agua desalojada. El cuerpo se mantiene en equilibrio dentro del agua (una parte dentro del líquido y la otra fuera).
- Que el peso del cuerpo sea inferior al peso del agua desalojada. El cuerpo flota.
Fijaos que el hecho de que un cuerpo flote o se hunda no depende directamente de lo que pesa el cuerpo, sino de si pesa más o menos que el fluido (el agua en este caso) que se desplaza al meter el objeto en él. Si tenemos varios cuerpos iguales, pero de distintos materiales (plomo, madera, bronce…), como su volumen no varía, todos experimentan la misma fuerza de empuje (desplazan la misma cantidad de fluido). Entonces, ¿por qué unos flotan y otros no? Por su densidad, fundamentalmente. Dos cuerpos de igual volumen, pero uno mucho más denso que otro, desplazan igual volumen. Pero como hemos dicho que flotan si su peso es mayor que el del agua (fluido) desplazada, el que tenga una densidad muy alta tendrá un peso mayor que el agua desplazada y se hundirá.
¿Y el cuerpo humano? La densidad del agua y del ser humano es muy muy parecida. Por lo tanto, el hecho de flotar depende de otros factores.
Factores que influyen en que los seres humanos flotemos
Hay diversos factores que influyen en la capacidad de flotación. Algunos dependen de nosotros mismos mientras que otros no.
Factores endógenos
Son las propias características de nuestro cuerpo. Así, nuestra densidad ósea, la cantidad de grasa de nuestro cuerpo, la cantidad de aire en los pulmones o incluso la posición del cuerpo en contacto con el agua influyen en que flotemos mejor o peor.
Es importante saber que ni el músculo ni los huesos flotan. Sin embargo, la grasa y el aire sí que lo hacen. Así, las mujeres tienen más grasa en la cadera y el pecho, y esto hace floten. Los hombres tienen menos grasa (o entorno al abdomen), y por ello flotan peor. La parte del cuerpo que flota mejor es el tronco, más ancho y con aire en los pulmones. La parte que flota menos son las piernas, que tienen más músculo y menos superficie.
La posición que adoptamos al entrar en contacto con el agua también es importante. No se flota igual con el cuerpo en posición horizontal, tumbado, que si estamos en posición fetal o vertical. En estas posiciones se reduce la superficie disponible para el agua ejerza su presión hacia arriba. Esto es importante, por ejemplo, en aquellas personas que tienen miedo al agua. Este miedo les impulsa a sacar la cabeza del agua y a buscar la posición vertical “natural” que tenemos en el medio terrestre de ponerse en posición vertical. Esto perjudica su flotación.
El uso de flotadores en niños que no saben nadar o flotar es muy común, pero siempre son más recomendables los de poliestireno que los hinchables. Estos pueden sufrir pinchazos. Los flotadores ayudan a que el niño se sienta más cómodo en el agua y pierda el miedo. Además, algunos son modulares, por lo que se le pueden ir quitando piezas, de tal manera que el niño se da cuenta de que realmente puede flotar y cuál es la mejor posición para ello.
Otro aspecto importante y que no hemos citado hasta ahora es la flotabilidad de personas con movilidad reducida o con alguna discapacidad. Para ellos también existen flotadores especialmente adaptadas o incluso sillas anfibias dispositivos muy útiles sobre todo en las playas, puesto que permiten una entrada segura en el agua.
Factores exógenos
Todos sabemos que se flota más en el mar, ya que la densidad del agua del mar, debido a la sal, es mayor que la del agua dulce. La temperatura del agua también influye. El agua fría permite una mayor flotabilidad que el agua caliente, porque la temperatura afecta (ligeramente) a la densidad del agua.
En resumen, flotamos en el agua, aunque nos parezca que no. Pero la manera en que flotamos depende de muchas cosas.