La expedición Balmis o el primer intento de erradicar una enfermedad por medio de la vacunación
Hoy os vamos a contar una historia absolutamente extraordinaria, tanto por la ambición del proyecto como por lo adelantado del mismo con relación a su época.
Lo primero es situar el contexto. Hablamos de los inicios del siglo XIX. En esta época, la viruela era una enfermedad muy grave. A finales de siglo XVIII la viruela mataba a miles de personas en toda Europa, sin hacer diferencias entre ricos y pobres. Así, varios reyes europeos como María II de Inglaterra (1624), Pedro II de Rusia (1730), Luis XV de Francia (1774) o Luis I de España (1724) murieron de viruela. Se trataba de una enfermedad conocida desde hacía muchos siglos y que, en esa época, tenía una mortalidad aproximada del 25% en las ciudades y el 50% en el medio rural. En América la viruela causaba unos estragos aún más terribles, sobre todo entre los indígenas, puesto que se trataba de una enfermedad relativamente nueva, que llegó con los españoles y para la que, por tanto, la población no tenía ningún tipo de inmunidad.
¿CÓMO SURGE LA IDEA DE ESTA EXPEDICIÓN?
En 1796, solo siete años antes de la expedición de Balmis, Edward Jenner había realizado el primer ensayo para inmunizar con la viruela de las vacas al niño James Phipps. No fue hasta 1798 cuando publicó un libro contando sus trabajos y cuando comenzó una campaña para dar a conocer la “vacuna”. Al principio la comunidad científica se dividió claramente en dos, aquellos a los que lo que hacía Jenner les parecía una aberración y aquellos que se posicionaban claramente a favor.
En España, el médico militar Francisco Javier Balmis pertenecía a este segundo grupo. Balmis era un alicantino nacido en 1753 que estudió cirugía en el Hospital Real Militar de Alicante. Posteriormente ejerció en La Habana y en Ciudad de México. Se trataba de una persona que estaba muy atenta a todas las novedades e investigaciones de su campo. De hecho, él mismo llevó a cabo varios estudios para la curación de las enfermedades venéreas. Su gran prestigio le llevó a convertirse, al volver a España, en el cirujano de cámara del rey Carlos IV (1795). Dos años después se graduó en medicina y continuó su formación en el día a día. En esta época fue cuando conoció los trabajos de Jenner sobre la viruela. Ya en el mismo 1796, año en el que Jenner realizó su primer ensayo de la vacuna, Balmis publicó la “Introducción para la conservación y administración de la vacuna, y para el establecimiento de juntas que cuiden de ella”. En 1803 tradujo al español el “Tratado Histórico y Práctico de la Vacuna”, de Jacques Louis Moreau de la Sarthe, uno de los mayores divulgadores de la vacuna.
Es entonces cuando Balmis presenta a la Junta de Cirujanos de Cámara un proyecto para propagar la vacuna en los territorios españoles de ultramar. Hay que pensar que estamos en una época recién salida de la Ilustración, en la que la ciencia ya es el instrumento preferido para luchar contra las enfermedades. No era raro, en esta época dorada de la ciencia, que los países enviasen expediciones científicas por todo el mundo. De hecho, durante el reinado de Carlos IV se mandaron más de 120 expediciones de este tipo por todo el mundo. Teniendo en cuenta esto y que el propio Carlos IV perdió en 1794 a su hija María Teresa de tres años a causa de la viruela, a Balmis no le costó mucho convencer al rey de la necesidad de la expedición. Ya el 30 de noviembre de 1798, el rey emitió una Real Cédula por la que se imponía la práctica de la inoculación de la viruela a la población en España.
¿CUÁL ERA EL OBJETIVO DE LA EXPEDICIÓN?
Unos años más tarde de que Carlos IV instaurase la inoculación de la viruela con carácter general en la población española, en 1802 hubo en Nueva Granada una epidemia de viruela que en pocos meses alcanzó enormes dimensiones. En marzo de 1803, el Consejo de Indias comienza a solicitar informes a la Corona Española sobre «…si se creía posible extender la vacuna a los países de ultramar y qué medios serían más acertados para el intento…».
El objetivo principal de la expedición propuesta por Balmis era difundir la vacuna desde el Reino de España a todos los Virreinatos posibles de los territorios de ultramar. Es decir, lograr una vacunación masiva de todo lo que entonces era el territorio español en América y Filipinas. Pero no se trataba solo de llevar la vacuna a América, vacunar a la población y ya. No, el plan era más ambicioso. Se pretendía, en la práctica, erradicar la enfermedad de la viruela. Para ello, entre los objetivos de la expedición se incluía la instrucción de sanitarios locales para que la vacunación continuara siendo una práctica habitual en el tiempo. Además, planteaba también la creación de las llamadas Juntas de Vacunación, que serían auténticos centros vacunales, encargados de producir, conservar y abastecer de las vacunas activas para que la vacunación fuera una práctica continua. La creación de estas Juntas de Vacunación fue en realidad uno de los verdaderos hitos de la Expedición, puesto que aseguraba el mantenimiento del programa de vacunación en condiciones adecuadas entre la población. El nombre oficial de este proyecto fue “Real Expedición Filantrópica de la Vacuna”
¿CÓMO SE PREPARÓ LA EXPEDICIÓN?
Una vez conseguida la financiación por parte de la corona de España en primera instancia y de la Hacienda de los Virreinatos una vez en el lugar, comenzó la verdadera preparación práctica de la expedición.
En primer lugar, se buscó el barco destinado a la Expedición. Se primó la rapidez y por ello se optó por buques correo ligeros. Finalmente, el escogido fue la corbeta María Pita. Además, se adquirieron barómetros, termómetros, vidrios para el fluido de la vacuna y unas 500 copias del libro de Moreau que hemos comentado anteriormente. Este libro se utilizaría a modo de manual de vacunación para las Juntas de Vacunación.
Balmis, director de la Expedición, escogió a su propio equipo humano. Así, seleccionó a tres médicos/cirujanos ayudantes: José Salvany y Lleopart, más tarde nombrado subdirector de la Expedición, Manuel Grajales y Antonio Gutiérrez Robredo. Además, iban tres practicantes y tres enfermeros.
Y en este punto es cuando tenemos que comentar lo que realmente muchos estáis pensando… ¿cómo llevaron el virus de la viruela vivo hasta América?
Se había intentado enviar la vacuna a América con suero seco protegido entre dos cristales y sellado con parafina, pero nunca se había tenido éxito con ese procedimiento. Tampoco existían vacas que estuvieran enfermas de la viruela vacuna en América en esa época. Así que la única manera posible de transportar el virus vivo en aquella época era… en personas infectadas. Concretamente se utilizaron niños, los llamados “niños vacuníferos”. ¿Por qué niños? Pues porque los niños eran los que mejor respondían a esta técnica de inmunización. Los niños que fueran a actuar como reservorios o transporte del virus debían ser niños que no hubieran pasado la viruela ni hubieran sido vacunados. Lo que se haría es inocular la viruela de las vacas de uno a otro de los niños por medio de una lanceta, de manera similar a lo que hizo Jenner en sus experimentos, y formando una auténtica cadena humana. Balmis sabía que a los ocho-diez días de la inoculación las vesículas que aparecían en la piel ya tenían en su interior suficiente cantidad de virus como para a partir de ese líquido, pasar los virus a un nuevo niño. Para evitar “riesgos” durante la expedición se realizaba la inoculación a dos niños cada vez. Los niños deberían tener una serie de características para que el virus se mantuviera de manera apropiada en su cuerpo.
Balmis “consiguió” seis niños de una casa de huérfanos en Madrid, necesarios para llevar la vacuna hasta La Coruña, de cuyo puerto partiría la Expedición a bordo del María Pita. Sin embargo, para hacer toda la travesía hasta Puerto Rico, primera parada del viaje, manteniendo el virus activo, necesitaba más niños. Seleccionó a 18, todos chicos, de entre tres y nueve años, de la Casa de Expósitos de La Coruña. Esos 18 y cuatro de los que venían de Madrid fueron los 22 niños que embarcaron rumbo a América.
Sin embargo, para cuidar de estos 22 niños, algunos de ellos de solo tres años, necesitaban de alguien experto. Por ello, se reclutó también para la Expedición a Isabel Zendal (o Cendales). Era la propia rectora de la Casa de Expósitos de La Coruña. Isabel Zendal Gómez fue uno de los elementos más importantes de la Expedición, aunque su figura es poco conocida y permanece en la oscuridad documental. De hecho, no se tiene certeza absoluta de su nombre y apellidos reales. Se cree que nació en 1771-1772 en el seno de una familia humilde de Santa Marina de Parada, La Coruña y que uno de los niños seleccionados en la inclusa de La Coruña, Benito, era hijo suyo, se cree que adoptivo. El 14 de octubre de 1803 se autorizó oficialmente incluir en la expedición a Isabel Zendal en calidad de enfermera. Su principal misión era encargarse del cuidado de los niños, lo cual no era una misión fácil, puesto que hay que tener en cuenta que hablamos de 22 niños de edades desde los 3 años.
¿CÓMO FUE LA EXPEDICIÓN?
El 30 de noviembre de 1803 la Expedición zarpó del puerto de La Coruña a bordo del María Pita. El barco iba comandado por Pedro del Barco y España.
La primera parada de la Real Expedición Filantrópica de la vacuna fue en las Islas Canarias, concretamente en Santa Cruz de Tenerife, a los diez días de la partida. La expedición permaneció en las islas hasta el 6 de enero de 1804 y visitaron, además de Santa Cruz, La Laguna, La Palma, Gran Canaria y Lanzarote, para inmunizar a la población. A las islas que no visitaron también llegó la vacuna, puesto que enviaron grupos de niños vacuníferos. Volvieron a partir con destino a Puerto Rico el 6 de enero de 1804.
Hay que tener en cuenta que el moderno procedimiento de la vacuna suscitaba lógicamente muchos recelos en las poblaciones, de forma que en ocasiones los nobles debían de ser vacunados en primer lugar junto con sus familias para que el resto de la población se dejase vacunar. Grupos enteros de indígenas se resistieron masivamente a la vacunación. En México por ejemplo no hubo ningún problema. Las élites indígenas se vacunaron y a ellos les siguieron los demás. Tanto la Iglesia como los virreyes ayudaron a que tuviera éxito la campaña de vacunación. Hubo más problemas en el sur de América. La orden hospitalaria de los Bethlemitas ayudó a esta vacunación, puesto que controlaban el idioma indígena. Los viajeros llevaban un registro completo del trabajo realizado en cada etapa y de las vacunaciones realizadas, gracias a lo cual podemos saber hoy en día bastante bien cómo fue su trabajo y la magnitud de este.
El 9 de febrero de 1804 la expedición llegó a Puerto Rico, donde permaneció hasta el 12 de marzo. Allí se enteraron de que las autoridades locales ya habían conseguido la vacuna a través de la colonia danesa de Saint Thomas (Islas Vírgenes). La había llevado el médico militar Francisco Oller y lo hizo ante una epidemia de viruela que hubo unos meses antes. Le enviaron unos hilos impregnados en el líquido obtenido de las pústulas de un infectado. Él reconstituyó la vacuna y se la puso a un hijo suyo. Sin embargo, se demostró que la vacunación efectuada por Oller no tuvo éxito, por lo que la Expedición tuvo que seguir adelante con el programa preestablecido.
Posteriormente la expedición llegó a Venezuela. Por el trayecto hubo diversos problemas que hicieron que arribaran a un puerto distinto al previsto (Puerto Cabello en vez de La Guayra) y además con un solo niño con la vacuna “activa” en su cuerpo. Al llegar lograron vacunar de manera casi inmediata a 28 niños, lo cual aseguró la permanencia de la vacuna tras haber pasado este momento tan crítico.
A partir de este momento y para lograr una difusión más rápida y eficaz de la vacunación, la expedición se dividió en dos grupos. Uno de ellos, dirigido por el propio Balmis se encargó de llevar la vacuna a México, América Central y Filipinas. El otro, dirigido por Salvany se encargó de América del Sur. Este grupo salió el 8 de mayo de 1804 en un bergantín, pero tuvo un viaje muy complicado, con problemas casi desde el principio. Así, a los pocos días, el barco naufragó y los miembros de la expedición tuvieron que ser rescatados y llevados a Cartagena de Indias. Tras recuperarse del susto del naufragio, esta expedición se dividió a su vez, de manera temporal, en dos subexpediciones. Una de ellas seguiría el curso del río Magdalena y la otra el río Cauca. Los dos grupos se reencontraron en Santa Fe de Bogotá tras haber vacuna a 56.000 persona y establecer una junta de vacuna y una junta de Sanidad. Este viaje, tampoco fue placentero, puesto que Salvany perdió un ojo al naufragar en el río Magdalena. Ya en 1805 el grupo de Salvany se dirigió al Reino de Quito, donde habían tenido noticia de una epidemia de viruela. Allí permanecieron dos meses llevando a cabo el programa de vacunación. En estos dos meses Salvany enfermó. Desde allí partieron a Lima, en un viaje lento por la mala de salud de Salvany y por lo complicado de los caminos que atravesaban los Andes. Finalmente llegaron en mayo de 1806… y se encontraron con que la vacuna ya había llegado allí a través de Buenos Aires. En este caso la vacunación no era gratuita y estaba generando unos buenos ingresos a los médicos… y al virrey. Esto hizo que Salvany y su equipo no fueran muy bien recibidos. A partir de aquí, la expedición se dividió de nuevo en dos grupos de trabajo, con uno que fue hasta Chile, y el de Salvany, que llegó hasta Bolivia, donde falleció a los 34 años. Pese a que a la zona de Chile y Perú ya había llegado la vacuna, el trabajo de la expedición siguió siendo esencial, puesto que estableció juntas vacunales.
Por su parte, el grupo de Balmis llegó a Cuba en mayo de 1804. Se estima que vacunaron unas 15.000 personas en toda la isla. Tras esta importante vacunación, se embarcan de nuevo en la corbeta María Pita para marchar a Sisal, en México. En Mérida el grupo se divide en dos. Uno de ellos, parte al sur de México y Guatemala, donde vacuna y además establece la correspondiente junta central de vacunación. El otro, con Balmis a la cabeza, marcha a Veracruz, donde llega en julio de 1804 con bastantes problemas, puesto que muchos de los integrantes de la expedición enfermaron (disentería), incluido el propio Balmis. Durante dos meses estuvieron recorriendo todo México, hasta que en enero de 1805 partieron de Acapulco con rumbo a Filipinas, ya no en la corbeta María Pita, sino en el galeón Magallanes. Llegaron a Manila en abril y ya para el mes de agosto habían vacunado a más de 9.000 personas solo en la capital. En septiembre Balmis partió hacia Macao, colonia portuguesa en China y posteriormente a Cantón. En esas dos colonias enseñó también el procedimiento de vacunación e introdujo la vacuna. En Filipinas se quedó el resto de la expedición para continuar el trabajo y devolver posteriormente los niños a México. En febrero de 1806 Balmis embarcó para volver a España a donde llegó tras una escala en Santa Elena, donde Balmis logró convencer a las autoridades británicas para que procedieran a la vacunación. Tras desembarcar en Lisboa llegó a España y Fue recibido por el rey de España el siete de septiembre, para dar cuenta del éxito de la campaña.
Se trataba, en definitiva, y como podemos observar en el mapa, de una campaña de vacunación masiva, de orden mundial.
CONCLUSIONES DE LA EXPEDICIÓN
El gran valor fue la perpetuación de la vacunación, no solo el llevar la vacuna y difundirla. Se crearon las estructuras básicas para la vacunación. Así, se organizaron las Juntas Vacunales, que eran los organismos encargados de mantener el virus de la vacuna y enseñar a los profesionales de la medicina como conservarlo y las técnicas de vacunación. Para la formación de los médicos y los cirujanos fue para lo que Balmis se llevó las copias del libro de Moreau que habíamos hablado al principio del post. Había juntas centrales en las capitales y juntas en ciudades más pequeñas, de tal manera que, si las juntas pequeñas perdían la vacuna por problemas de conservación, la junta central les proporcionaba más vacuna. La expedición estructuró todo lo relativo a la vacunación, incluyendo dónde, cómo y cuándo había que vacunarse. Incluso estableció la obligatoriedad de poner carteles iluminados con velas en las cantinas, mercados y demás que avisaran a la población de la necesidad de la vacunarse. También las juntas se encargaban de llevar un registro de las vacunaciones, el origen de la cartilla de vacunación actual.
Se calcula que la expedición vacunó a 250.000 niños. El propio descubridor de la vacuna de la viruela, el británico Edward Jenner, escribiría sobre la expedición: “No puedo imaginar que en los anales de la Historia se proporcione un ejemplo de filantropía más noble y amplio que este”.
A modo de colofón, es importante saber que en 1966 comenzó el Programa de Erradicación de la Viruela de la OMS. El 9 de diciembre de 1979, la viruela se declaró oficialmente erradicada, convirtiéndose así en la primera enfermedad oficialmente erradicada de nuestro planeta.
Fuentes:
Ruiza, M., Fernández, T. y Tamaro, E. (2004). Biografia de Francisco Javier Balmis. En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea. Barcelona (España)
Veiga de Cabo Jorge, Fuente Díez Elena de la, Martín Rodero Helena. La Real Expedición Filantrópica de la vacuna (1803 – 1810). Med. segur. trab. [Internet]. 2007 Dic [citado 2020 Mar 24] ; 53( 209 ): 71-84. Disponible en: http://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0465-546X2007000400010&lng=es.
https://elmedicointeractivo.com/expedicion-filantropica-vacuna-viruela-20110919190115101338/
About the Author: Alberto Morán
2 Comments
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Excelente información, muy pertinente en tiempos de coronavirus. No me explico cómo a Hollywood se le ha pasado hacer una película sobre este hombre. Sólo una pequeña corrección. Los ríos mencionados de Colombia son el Magdalena y el Cauca, no el Cúcuta. Error comprensible porque en dicho país existe una ciudad con ese nombre. Muchas gracias.
Muchas gracias. Corregido el error. Gracias por avisarnos.