Carlos López Otín y la genómica social, de cómo la ciencia ayuda a la sociedad y especialmente a los enfermos
Cuando uno lee de un científico que, junto con su equipo, ha identificado más de 60 nuevas proteasas humanas, ha contribuido a la anotación y caracterización del genoma humano, ha colaborado a la secuenciación del genoma de la leucemia linfática crónica, así como en el de diversos animales, entre ellos el chimpancé, el ornitorrinco, o la ballena boreal, ha definido una nueva enfermedad humana, el síndrome de Néstor y Guillermo, a la que ha dotado también de un tratamiento…, inmediatamente piensa en algún gran científico americano o inglés. El Doctor Carlos López Otín es catedrático en la Facultad de Medicina de la Universidad de Oviedo. Sí, Oviedo. No es un “cerebro emigrado” a Londres, Nueva York. Y tampoco trabaja en los grandes centros de Madrid o Barcelona. Es la prueba de que, ante la brillantez, la localización geográfica y los medios importan poco. Sus trabajos han quedado recogidos en más de 300 publicaciones en libros y revistas internacionales, que han sido citadas alrededor de 30.000 veces, alcanzando un índice Hirsch de 86.
Cuando entramos en el departamento de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de Oviedo, en el edificio Santiago Gascón y subimos a la cuarta planta, nos recibe un largo pasillo luminoso al que se abren varias puertas. Enseguida, a la derecha está el laboratorio del grupo del Dr. López Otín. No se diferencia en mucho de otros laboratorios: un espacio alargado, con una poyata central en la que se hace el trabajo de manos y varias mesas, algunas con ordenadores, donde se hace el trabajo “intelectual”. Si somos observadores, sí encontramos algo que nos puede llamar la atención. Junto a científicos senior observamos algunos estudiantes muy muy jóvenes. En otros laboratorios es más frecuente encontrar estudiantes de último año de carrera, pero aquí podemos encontrar a estudiantes de segundo de carrera en adelante. El Dr. López Otín atrae y capta el talento desde el principio. Esto sucede gracias a su interacción con los alumnos de los que es profesor. Al final del pasillo, en la puerta de la derecha, hay un despacho literalmente abarrotado de papers y libros. Cada espacio horizontal está ocupado por montañas de artículos. Entre ellos encontramos al protagonista de este post. Carlos López Otín es catedrático y uno de los más importantes investigadores en biología molecular del mundo. Junto a él, ocupando otra plaza en el despacho, Gloria Velasco, también catedrática, investigadora brillante y la principal razón por la que Carlos reside en Oviedo.
Repasar en un solo post el impresionante número de avances científicos que se han realizado en este laboratorio es una tarea casi imposible. Así que hoy solo voy a hablar de uno de ellos, enmarcado dentro de lo que él mismo ha dado en denominar Genómica Social.
El Síndrome de Néstor y Guillermo.
El proceso de cómo se descubrió esta enfermedad de envejecimiento acelerado lo explica el propio Carlos, en palabras escritas en un artículo en el periódico El Mundo en 2011. Yo me limito a hacer un resumen:
En 2008 recibió una llamada en su laboratorio de la Universidad de Oviedo de un chico canario con progeria. La progeria es una enfermedad que conlleva una aceleración desbocada del reloj de la vida; es como si las horas transcurrieran en minutos y éstos en segundos, de forma que en unos pocos años el organismo experimenta todas las transformaciones que habitualmente acontecen en varias décadas. Néstor, este chico, acabó al laboratorio asturiano en busca de información y ayuda. Néstor contactó con el grupo de investigación atraído por la noticia de un periódico que informaba sobre un artículo del grupo del Dr. López Otín publicado en la revista Nature Medicine y en el que se describía una estrategia para tratar una forma de progeria, el síndrome de Hutchinson-Gilford. Este trabajo deriva de una serie de investigaciones sobre los genes del cáncer que, lentamente, llevaron a los investigadores hacia el estudio de los mecanismos del envejecimiento humano. Entorno al año 2001, la creación de ciertos ratones modificados genéticamente para analizar la progresión tumoral les había llevado a observar que estos animales envejecían de manera acelerada debido a la acumulación de una proteína tóxica en la membrana que protege al núcleo celular (publicado en Nature Genetics). Trabajos posteriores de otros grupos demostraron que mutaciones en dos genes (LMNA y ZMPSTE24), causaban el síndrome de Hutchinson-Gilford y otras formas de progeria.
Se procedió entonces a realizar un análisis de sangre a Néstor para confirmar que su genoma portaba alguna de las mutaciones descritas en estos dos genes causantes de progeria. Así, Néstor podría formar parte del ensayo clínico internacional creado para tratar a los niños con progeria siguiendo el procedimiento diseñado en el laboratorio ovetense. Sorprendentemente, Néstor no tenía ninguna mutación en los genes LMNA y ZMPSTE24, por lo que no podría beneficiarse de ese primer tratamiento útil para otros que parecen ser como él pero que en realidad no lo son. En medio de la decepción, Néstor volvió a su isla con una promesa atemporal: «Cuando se desarrolle la tecnología precisa para estudiar genomas individuales a un precio y en un tiempo razonables, tus genes serán los primeros de nuestra lista».
Desde el año 2008 y como parte de la contribución del laboratorio de López Otín al proyecto internacional de los Genomas del Cáncer, su grupo aprendió a dominar los secretos técnicos fundamentales y desarrollaron los métodos precisos para ensamblar, alinear, analizar e interpretar la tremenda cantidad de datos que se generan durante la secuenciación de los más de 3.000 millones de nucleótidos que forman el genoma de cada persona. Se procedió entonces a la comparación del genoma de Néstor con el de sus padres, lo que desveló que un único cambio de guanina a adenina en la posición 65.770.755 de una de sus parejas de cromosomas que contiene el gen BANF1 era la causa de la enfermedad de Néstor. Guillermo, otro joven español diagnosticado de progeria porta en su genoma exactamente la misma mutación que Néstor. Gracias a este hallazgo, las familias de Néstor y Guillermo ya saben quiénes tienen las dos copias correctas del gen BANF1, y quiénes son sanos pero portan una copia defectuosa de este gen. Estos últimos, si lo desean pueden beneficiarse del consejo genético para evitar transmitir a su descendencia esta nueva forma de progeria, el Síndrome de Néstor-Guillermo. Néstor* y Guillermo se convirtieron así en los primeros pacientes españoles y entre los primeros del mundo cuya enfermedad ha podido ser identificada y caracterizada exclusivamente a través de la secuenciación de su genoma, sin precisar de ninguna otra información adicional.
Genómica social
Se podría definir como el uso de la genómica para resolver problemas concretos de personas o grupos de personas. En definitiva no se trata de otra cosa más que de acercar la ciencia (genómica) que se hace en los laboratorios a la gente. Poner las herramientas y conocimientos de nuestros laboratorios al servicio de la sociedad. Así, el caso de Néstor y Guillermo es un ejemplo paradigmático. Dos personas sufren una enfermedad. “Solo” (disculpas por decir “solo” cuando hablamos de personas con enfermedades) son dos casos, por lo que, en principio, su enfermedad o síndrome estaría alejado del interés de las investigaciones mayoritarias. Desde que Carlos conoció a Néstor el estudio de las enfermedades raras ha sido un objetivo prioritario en el trabajo del laboratorio. Estas personas acuden a un laboratorio de investigación donde se las escucha y se ponen sus herramientas a su disposición para 1. conocer la causa de su enfermedad y 2. intentar buscar algún tratamiento. Pacientes con patologías diversas ponen en manos del laboratorio de López Otín sus genomas con el objeto de que su equipo rastree los mínimos cambios que transforman sus vidas y las de los que los rodean. Así, por ejemplo, hace no mucho que su grupo de investigación ha realizado un estudio sobre la miocardiopatía hipertrófica. La miocardiopatía hipertrófica es una enfermedad relativamente frecuente en el que se da una progresiva deformación de las paredes del corazón, lo que provoca fatiga, insuficiencia cardiaca, presión en el pecho y puede llegar a provocar la conocida como “muerte súbita”.
El equipo de Carlos, en principio, no tenía entre sus líneas de investigación esta enfermedad, pero cuando un cardiólogo del Hospital Universitario Central de Asturias se puso en contacto con ellos, decidieron investigar el caso de los pacientes que sufrían esta patología. Estudios realizados en los últimos años han permitido descubrir diversos genes cuyas mutaciones provocan el desarrollo de la enfermedad en, aproximadamente, la mitad de los pacientes. El estudio del genoma de las familias de pacientes realizado por su laboratorio ha permitido descubrir mutaciones en el gen FLNC, que provocan la formación de agregados de una proteína en el miocardio impidiendo así su correcto funcionamiento. Obviamente, este descubrimiento va a ayudar a salvar vidas de manera inmediata, puesto que permitirá la realización de consejo genético y la identificación de los portadores de la mutación de manera temprana, lo cual puede conducir a la implantación de desfibriladores que eviten sus fallos cardíacos.
La persona
Conocí a Carlos en 2002, cuando fui a realizar una estancia de investigación en su laboratorio. Desde entonces nos une una amistad que nos lleva a encontrarnos allá donde es posible, aunque sea de manera puntual. Aparte de ser uno de los mejores científicos españoles actuales (no hay más que hacer una búsqueda de sus publicaciones en el Pubmed), lo más llamativo es que es aún mejor persona. Mucha gente tiene una imagen de los científicos brillantes un poco distorsionada: personajes despistados que están encerrados en su despacho o laboratorio, a veces engreídos, que “solo” saben de ciencia y nada o casi nada del mundo que les rodea, que trabajan a destajo y hacen trabajar de sol a sol a su equipo… Carlos es una persona atenta a los que le rodean. Atento a sus emociones personales, a sus intereses y dudas. Su humildad roza la exageración, hasta el punto de ruborizarse ante determinados halagos. No entiende de “clases”, todos son iguales para él. Baste comentar, que el día que yo llegué a su laboratorio él no estaba, por encontrarse de viaje. Sin embargo, llamó por teléfono para darme la bienvenida y disculparse. Eso es algo así como si uno entra de becario en Repsol para hacer una estancia de tres meses y el primer día te llama el consejero delegado para darte la bienvenida y disculparse por no poder saludarte en persona. Aquí las aportaciones de todo el mundo son escuchadas. Desde las de los técnicos, que en ocasiones aportan soluciones caseras muy ingeniosas para solucionar problemas o incomodidades del día a día en el laboratorio, hasta las de los investigadores senior, pasando por los estudiantes y por los numerosos “visitantes ocasionales” que realizan estancias más o menos largas en el laboratorio. Carlos dirige, pero no lo hace solo desde el despacho. Sabe perfectamente todo lo que ocurre en la puerta de al lado. Conoce perfectamente a todo el equipo, al que cuida no solo en lo profesional, sino también en lo personal. Sí cumple el estereotipo de trabajador incansable. Y, al igual que muchos grandes científicos no lo hace porque “hay que trabajar mucho”, sino porque le encanta lo que hace, disfruta con ello y no puede evitar pensar en ciencia casi en cualquier momento.
Aparte, es una persona con una cultura muy amplia, sobre todo en lo literario. No hay día de su vida en el que no dedique algo de tiempo a leer algún libro. Carlos es además un lector voraz de papers, capaz de leer (ojo, y procesar) 200 papers en un par de semanas Su memoria es ciclópea y es capaz de recordar cada detalle de una conversación, un comentario o un libro. Duerme poco, no necesita mucho. Pese a que su carácter es de formas suaves y amables, también se enfada y pone las cosas en su sito cuando hace falta. Eso sí, siempre de una manera también educada y sosegada. En ocasiones, Gloria actúa como su contrapeso, poniendo un poco más de genio cuando es necesario.
Otra vertiente es su afán por acercar la ciencia a la sociedad y la sociedad a la ciencia. Acude allá donde le llaman, lo cual no siempre es fácil, puesto que su agenda está repleta. Es muy frecuente encontrarle en casas de la cultura, escuelas, asociaciones de vecinos de pueblos de cualquier parte de Asturias (y de otros lugares también) a los que acude a dar pequeñas grandes lecciones de ciencia, a divulgar.
Carlos López Otín en el IES Selgas de Cudillero
Aquí os dejo un vídeo con una entrevista de 2014 a Carlos López-Otín.
*Néstor falleció en 2013, a los 32 años de edad. Aquí os dejo un artículo que el propio López Otín escribió al morir Néstor.