Pruebas diagnósticas por imagen
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Hoy, de la mano de Cadpet, empresa española líder en medicina nuclear os vamos a contar en qué consisten las pruebas diagnósticas basadas en imagen más comunes.
Como su propio nombre indica, estas son pruebas que nos dan una imagen, una visión del interior de nuestro organismo. Se utilizan para hacer un diagnóstico, es decir para determinar qué enfermedad padecemos. Se pueden emplear también para determinar la evolución de la patología.
Dicho esto, a muchos os sonarán nombres como radiografía, resonancia, PET… Esto son solo algunos ejemplos de pruebas diagnósticas por imagen. Vamos a continuación a hablar un poco de las más frecuentes.
Rayos X
“Hacer una radiografía” consiste en el uso de rayos X para obtener imágenes (en blanco y negro) del interior del cuerpo. Los rayos X fueron descubiertos por Roentgen en 1895 y fueron utilizados en medicina por primera vez solo unos meses más tarde.
Los rayos X son una forma de radiación electromagnética capaz de penetrar materiales opacos a la luz. Son parcialmente absorbidos por los tejidos más densos, como los huesos. Para hacer una radiografía, el aparato emite estos rayos X, que pasan a través del cuerpo. Los rayos que no son absorbidos chocan con una placa o un detector digital que registra la imagen. Los huesos absorben una muchos rayos X, por lo que aparecen blancos en la imagen. Los tejidos que absorben menos, como la grasa, generan una imagen de color gris.
Su uso más habitual es para la detección de fracturas óseas, diagnóstico de neumonías, así como de ciertos tumores. Otras pruebas comunes que emplean rayos X son la densitometría ósea y las mamografías. También se emplean en terapia para el tratamiento de algunos tumores.
Tomografía axial computerizada (TAC)
El TAC también utiliza rayos X para generar imágenes. La principal diferencia es que la fuente de rayos X gira alrededor del paciente. La información es procesada por un ordenador que elabora una imagen tridimensional. Produce imágenes de tejidos blandos con mucho mayor detalle.
Esta técnica se utiliza mucho por su alta precisión. Se puede emplear en cualquier parte del cuerpo para diagnosticar tumores, traumatismos, malformaciones, como guía para biopsias…
Ecografía
Se basa en el empleo de ultrasonidos que rebotan en los órganos y tejidos. Un ultrasonido es un sonido con una frecuencia mayor que la que puede percibir el oído humano, generalmente mayor de 20.000 hertzios.
Los ecógrafos tienen un transductor que emite pulsos de ultrasonidos gracias al efecto piezoeléctrico. Estas ondas (el sonido es una onda) rebota en los tejidos y el propio transductor capta esas ondas que vuelven tras el rebote. Se procesan en un ordenador y generan una imagen en la pantalla.
Seguro que muchos asociáis esta palabra con el embarazo. Y sí, en el embarazo se emplea la ecografía para ver el estado y el crecimiento del embrión y del feto, pero también se emplea para visualizar los órganos de la cavidad abdominal o para ver el flujo sanguíneo (Doppler), por citar solo algunos de sus usos más comunes.
Resonancia magnética nuclear (RMN)
Se basa en el uso de campos magnéticos y ondas de radio. La máquina de resonancia genera un campo magnético muy potente e irradia al paciente con ondas de radiofrecuencia. Los átomos de hidrógeno del cuerpo absorben la energía y posteriormente la reemiten. Esta señal se detecta y a partir de ahí se genera la imagen.
Se obtienen “cortes” en dos dimensiones del interior del organismo con imágenes de alta resolución. La RMN permite identificar tumores, quistes, hemorragias, aneurismas… en tejidos blandos. Es muy utilizada para el estudio del cerebro y la médula y, por ejemplo, para valorar lesiones de rodilla en deportistas.
Gammagrafía
Esta prueba emplea radiofármacos, es decir, medicamentos marcados con un isótopo radiactivo. La radioactividad del fármaco es captada por un detector generando una imagen en un ordenador. Se emplea, por ejemplo, para analizar la tiroides, los huesos o para la prueba del ganglio centinela (tumores).
Tomografía por emisión de positrones (PET)
Esta técnica se basa en el empleo de radiofármacos para la obtención de imágenes in vivo de procesos biológicos y bioquímicos. Se inyecta al paciente un contraste, generalmente glucosa, unida a un isótopo que emite positrones. Los positrones al interaccionar con los electrones generan radiaciones gamma.
Su gran ventaja es la capacidad de detectar la actividad metabólica celular. Es una técnica mucho más sensible que la gammagrafía, aunque el sistema de detección es casi idéntico.
Se emplea fundamentalmente para detectar tumores, puesto que las células tumorales consumen más glucosa que las células normales, al presentar un metabolismo acelerado. También es extremadamente útil en el estudio de patologías neurodegenerativas.
Se puede complementar con TAC (PET-TAC) para determinar la localización anatómica exacta de la lesión o del evento en estudio.
About the Author: Alberto Morán
