El cerebro de la madre cambia durante el embarazo

Entrevista a la doctora Magdalena Martínez-García, investigadora en el grupo Neuromaternal, dirigido por la Dra. Susanna Carmona

 

 Hoy en Dciencia charlamos con la neurocientífica Magdalena Martínez-García.

En primer lugar, gracias Magdalena por charlar hoy con nosotros y acercarnos a tus investigaciones. Queríamos antes de empezar darte la enhorabuena por tu reciente doctorado, por todas tus aportaciones científicas durante estos años y por tu manera de comunicar los resultados.

Muchas gracias por vuestro interés. Una de mis pasiones dentro de la investigación es la divulgación de resultados al público general. Me alegro de que esta pasión esté dando sus frutos.

Pregunta: Para empezar, cuéntanos cuál es tu trayectoria científica. ¿Por qué te decantaste por la neurociencia?

Estudié Biotecnología en la Universidad Politécnica de Valencia. Durante mi último año de carrera, estudié asignaturas apasionantes de Neurociencia en la Universidad de Helsinki, Finlandia. Picada por la curiosidad, decidí embarcarme en un Máster en Neurociencia en la Universidad de Barcelona, donde me especialicé en Neuroimagen. Como mujer, feminista e investigadora, mi intención desde el principio de mi carrera científica fue entender mejor la fisiología femenina, y la huella que tiene en nuestra salud a corto y largo plazo. La neurociencia, al igual que muchas otras disciplinas, tiene un largo historial en pasar por alto el impacto de nuestros procesos hormonales y reproductivos en el cerebro. El grupo de investigación Neuromaternal me permite combinar estas dos pasiones, Neurociencia y Salud de la Mujer, ya que estudiamos las adaptaciones cerebrales de las madres durante el embarazo y posparto.

P: Los cambios que se producen en el cerebro de las mujeres gestantes no es un campo de investigación muy conocido para el gran público. ¿Nos puedes contar cuándo empieza históricamente el interés por este tema?

El embarazo constituye un evento neuroendocrino único en la vida de muchas mujeres, del que desgraciadamente se sabe muy poco. Para que os hagáis una idea, el primer estudio de neuroimagen que analizó con un diseño longitudinal los cambios cerebrales en madres gestantes data de 2017. En ese estudio, mi supervisora Susanna Carmona junto a otras investigadoras como Elseline Hoekzema y Erika Barba Müller descubrieron cambios de volumen pronunciados y duraderos en la sustancia gris del cerebro de madres primerizas, que afectaban sobre todo a regiones implicadas en la empatía y motivación/recompensa. Este estudio marcó un hito en el estudio del cerebro parental humano, e inspiró a varios laboratorios mundiales a comenzar a investigar otras preguntas relacionadas con los cambios cerebrales de la maternidad. En nuestro grupo de neuroimagen Neuromaternal llevamos desde 2017 intentando caracterizar mejor estos cambios.

P: El término matrescencia es muy poco conocido para la gente de la calle. ¿Podrías explicar de manera sencilla en qué consiste?

Matrescencia es un término que acuñó la antropóloga Dana Raphael en los años 70, y que ha ido ganando peso en los últimos años en el terreno científico. Al igual que la adolescencia describe la transición de un niño a la edad adulta, la matrescencia describe la transición de una mujer a la maternidad. Una nueva identidad nace de ambos periodos: la del adulto y la de la madre. Adolescencia y matrescencia son dos épocas de adaptación a una nueva realidad con nuevas demandas cognitivas. Y ambos son periodos coordinados por hormonas esteroideas, y épocas de neuroplasticidad y de vulnerabilidad mental. De ahí el paralelismo entre los dos términos.

P: Habéis determinado que los cambios neuroanatómicos que se producen en el embarazo son similares a los que se dan en la adolescencia. ¿Cómo se puede explicar que los cambios sean similares en situaciones tan distintas?

Quizá no son tan distintos como pensamos, como he comentado en la pregunta anterior. Precisamente, nuestra idea de comparar los cambios cerebrales entre madres y adolescentes surgió de caer en todas las similitudes hormonales, psicológicas y de salud mental entre estos dos periodos. Nos preguntamos, ¿también serán similares a nivel neuroanatómico? Y al compararlo, la similitud de cambio cerebral era alucinante. De alguna manera demostramos que el término matrescencia tenía sentido a nivel cerebral también.

P: ¿Cuáles son los cambios fundamentales que se producen en el cerebro de una mujer gestante?

Recomiendo leer mi tesis para profundizar más en este tema. Pero, a grandes rasgos, el embarazo conlleva una reducción de la sustancia gris que se recupera parcialmente durante el posparto. La sustancia gris es un tejido cerebral también conocido como corteza cerebral, formado sobre todo por núcleos de neuronas y por células gliales sin mielina. Estas reducciones de sustancia gris se encuentran principalmente en regiones implicadas en la motivación, la empatía y pensamientos autorreferenciales. Y aquí se lo que estaréis pensando. ¿Reducciones de volumen? Eso suena a implicaciones negativas, ¿no? La realidad es que en términos de neuroplasticidad, muchas veces menos, es más. Por ejemplo, el desarrollo cognitivo de un adolescente también depende de reducciones de sustancia gris muy pronunciadas. Volviendo a las madres, las reducciones de sustancia gris están asociadas a un mayor vínculo con el bebé y a mayores activaciones cerebrales ante estímulos de este. En general, las interpretamos como una adaptación a la maternidad, aunque aún necesitamos hacer más experimentos para llegar a esa conclusión.

Portada de la tesis de Magadalena. Diseñada por Sebastian Bayo @sbmdrawings

 

 

P: ¿Qué es lo que provoca esos cambios? ¿Son las variaciones neuroendocrinas propias del embarazo los que actúan sobre la neuroplasticidad cerebral?

Esta es una de las preguntas en la que estamos trabajando actualmente. Barajamos varias hipótesis. Pero la que tiene más peso es que las hormonas del embarazo son las principales inductoras de estos cambios. El embarazo es la época de mayores cambios hormonales en la vida de una mujer. Estas hormonas llegan al cerebro por diferentes vías, entre ellas la difusión pasiva (en el caso de las hormonas esteroideas), donde regulan diferentes mecanismos de neuroplasticidad. De hecho, en roedores se ha descrito muy bien cómo las hormonas del embarazo activan el circuito de conducta maternal, el que hace que tras el parto la madre quiera estar en contacto con las crías, amamantarlas y cuidarlas. En humanos todo esto es mucho más complejo, por qué somos una especie en la cual la conducta materna tiene mucha influencia social y cultural. Pero seguramente, aunque no al mismo nivel, las hormonas del embarazo también activan la conducta materna en madres humanas y los consecuentes mecanismos de neuroplasticidad.

P: En tu tesis citas que una vez que las hormonas han hecho su trabajo en el cerebro, iniciando el “comportamiento maternal”, éste se convierte independiente de las hormonas y pasa a depender solo de los estímulos infantiles. ¿Nos lo puedes explicar un poco más? ¿Por medio de qué mecanismos puede la interacción con el bebé cambiar el cerebro?

Sí, esta es una de las bases de la neuroendocrinología del comportamiento maternal. Esto que voy a explicar a continuación aplica a muchos mamíferos no humanos, pero hay que tener cuidado al extrapolar a humanos. Las hormonas del embarazo, las cuales alcanzan niveles máximos justo antes del parto, preparan el cerebro de la madre para mostrarse de manera maternal nada más nacer la cría. Cuando digo “activan”, me refiero a que se unen a receptores hormonales de regiones clave de la conducta materna, como el hipotálamo, el núcleo accumbens y la amígdala, y desencadenan mecanismos intracelulares que potencian las conexiones sinápticas entre estas regiones. Es un mecanismo clave para la supervivencia de la especie. Pero después del parto, muchas de estas hormonas caen en picado, por lo que el circuito ya no puede depender de la estimulación hormonas. Es ahí donde entran en juego los estímulos de las crías. Sus estímulos olfativos, visuales y táctiles también acceden continuamente a regiones de este circuito, manteniéndolo activo.

P: Justo tras el embarazo, en cuanto tiene lugar el parto, se produce una nueva cascada de cambios neuroendocrinos. ¿Esa nueva situación provoca también cambios cerebrales? ¿Tienen alguna relación con la conocida como “depresión postparto”?

Como decía antes, el posparto está marcado por una bajada brusca de los niveles de hormonas clave para el embarazo, como progesterona y estrógenos. Esta deprivación hormonal suele propiciar cambios leves en el estado de ánimo, lo que se conoce como “baby blues”. Y esto es algo completamente normal y esperable. La depresión posparto (DPP) es una enfermedad mucho más grave por la que pasan casi un 20% de madres. A nivel biológico, la DPP implica una desregulación del sistema hormonal, inmune y de estrés, que afecta a la producción de serotonina cerebral. Desgraciadamente, aún no hay prácticamente estudios que analicen como se diferencian las trayectorias de cambio cerebral en madres con y sin depresión posparto. Es una línea de investigación en la que estamos trabajando también.

P: En tu tesis habéis estudiado también los cambios en el cerebro de los padres ¿Se producen los mismos cambios en el cerebro de los futuros padres? Y, teniendo en cuenta que no sufren los cambios hormonales del embarazo y el parto, ¿a qué se deben estos cambios?

Aunque en Neuromaternal nos centramos en estudio de madres y mujeres, también hemos hecho algunos estudios con padres. Empezamos esta línea para comprender cuánto influía el proceso reproductivo en si (embarazo y parto), y cuánto influía toda la parte social y ambiental de convertirse en madre/padre (interacción con el bebé, cambios de sueño, cambios de rutinas, estrés, etc). Al analizar los cambios de padres primerizos, vimos que eran mucho menos pronunciados que los de las madres embarazadas, y estaban mucho más localizados en regiones concretas. Es decir, toda la parte social y ambiental propicia cambios cerebrales, pero la mayor parte de estos cambios parece ser inducidos por factores de la gestación y/o parto.

P: En vuestro trabajo también habéis estudiado lo que duran estos cambios, al menos en cuanto a lo que reducción del volumen cerebral se refiere. ¿Son permanentes?

Aún no sabemos a ciencia cierta si son permanentes. Pero todo apunta a que sí, a que el embarazo deja una huella cerebral de por vida. En nuestros estudios hemos llegado a escanear desde antes de su embarazo hasta los 6 años posparto. Y hemos visto que las reducciones de volumen se mantienen, aunque aún tenemos que validarlo con una muestra mayor de madres. Otros estudios de neuroimagen han encontrado que, en la adultez y vejez, décadas después del parto, el cerebro de una madre sigue difiriendo del de una mujer que no ha sido madre. Pero tampoco podemos saber si es debido al embarazo, o a estilos de vida diferentes, pues estos estudios son transversales, no longitudinales.

P: ¿Costó mucho convencer a las mujeres embarazadas para que se enrolen en vuestro estudio?

Cuando empezamos, hace ya muchos años, lo hacíamos con boca a boca y mediante clínicas privadas. Y tardábamos muchísimo tiempo en reclutar a las participantes. Pero hace poco aceleramos este proceso gracias a nuestra cuenta de Instagram @neuro.maternal la cual ya tiene casi 22.000 seguidoras. Estamos muy agradecidas por la buena recepción que ha tenido la cuenta, y la utilizamos tanto para reclutar a participantes como para divulgar nuestros resultados.

P: Para terminar, cuéntanos con brevedad qué estáis investigando actualmente o qué nuevas preguntas o planteáis en el laboratorio.  

Ahora mismo estamos trabajando en el proyecto BeMother junto al Grupo de “Neuroimagen en Trastornos Mentales” GREEN de la IMIM, Barcelona, liderado por Oscar Vilarroya. En este proyecto tratamos de delinear las trayectorias cerebrales antes, durante y después del embarazo. Os invitamos a que le echéis un ojo. También tenemos otros proyectos en Madrid para intentar entender mejor los mecanismos mediante los cuales los factores gestacionales inducen los cambios cerebrales. ¡Y seguimos reclutando a participantes interesadas, así que estad atentas a @neuro.maternal y a mi cuenta profesional @drmagdalenamartinez!

Por último, me gustaría mencionar a todo mi grupo de investigación en Neuromaternal. Todas nuestras publicaciones surgen de un trabajo conjunto entre investigadores con perfiles tan diversos como ingenieros, físicos, biólogos y psicólogos. Aquí podréis encontrar a todo nuestro equipo. Gracias!

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About the Author: María Arechederra

Licenciada en Farmacia y Doctora en Bioquímica y Biología Molecular con premio extraordinario por la Universidad Complutense de Madrid. Durante el doctorado realizó estancias de investigación en la Universidad de Pensilvania (EEUU) y en el Instituto de Biología del Desarrollo de Marsella (Francia). Tras obtener el doctorado volvió al Instituto de Biología del Desarrollo de Marsella y actualmente desarrolla su actividad científica en el Centro de Investigación Médica Aplicada (CIMA) en Pamplona. Su investigación se centra en el desarrollo de nuevas estrategias de biopsia líquida para la detección precoz del cáncer de hígado y la búsqueda de nuevas dianas terapéuticas.

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