La vitamina D, ¿por qué la recetan ahora tanto los médicos?

Hasta hace unos años era raro encontrar gente que tomara suplementos específicos de vitamina D recetados por el médico. Solo se mandaba en casos muy concretos, generalmente mujeres postmenopáusicas, para el tratamiento de la osteoporosis. Sin embargo, desde hace ya tres o cuatro años, es una prescripción común para población de casi todas las edades. Vamos a conocer la causa.

¿QUÉ ES Y PARA QUÉ VALE?

La vitamina D es una vitamina liposoluble.

Químicamente es un esteroide con varias formas moleculares, pero a nosotros solo nos interesan la D2 (ergocalciferol) y la D3(colecalciferol), que son las únicas que nuestro organismo puede utilizar. La D2 está presente en las plantas, hongos y levaduras y el colecalciferol se sintetiza a partir de 7-dehidrocolesterol en nuestra piel, cuando hay exposición a los rayos UVB de la luz solar.

Ambas formas, tanto el colecalciferol como el ergocalciferol son precursores biológicamente inactivos de la vitamina D. Esto significa que así, con esa forma molecular, no tienen ninguna función en el organismo. Han de sufrir por tanto una metabolización, un proceso de cambio en nuestro organismo, para dar lugar a una forma que sí sea activa. Así, tras la ingesta de ergocalciferol (D2) o la síntesis cutánea de colecalciferol (D3), estas formas se transportan por la sangre (unidas a la albúmina o a la proteína de unión a vitamina D) hasta el hígado. Allí se convierten en 25-hidroxivitamina D, también llamado calcidiol o calcifediol. Posteriormente participan los riñones, donde esta forma se convierte ya en la forma activa, 1,25-hidroxivitamina D o calcitriol.

Su función principal es la regulación de la homeostasis del calcio (los niveles de calcio en el organismo). La regulación del calcio es muy compleja, pero basta saber que las glándulas paratiroideas (situadas en la tiroides) “miden” la cantidad de calcio circulante en sangre. Si ven que hay poco, secretan la paratohormona que al final lo que hace es aumentar la síntesis de la forma activa de la vitamina D. La vitamina D lo que va a lograr es aumentar los niveles de calcio en la sangre. Para ello, aumenta la absorción en el intestino del calcio de los alimentos, incrementa la recuperación de filtrado en los riñones y también puede hacer que los huesos “cedan” calcio a la sangre.

¿Por qué es tan importante mantener un nivel adecuado de calcio en sangre? Bueno, aparte de la función que todos conocemos, de formar parte de la estructura de los huesos y dientes, el calcio, es esencial para la contracción muscular, el latido cardíaco, la coagulación sanguínea y el funcionamiento neuronal (transmisión de la señal eléctrica en las neuronas). Por lo tanto, indirectamente, la vitamina D es importante para todas estas cosas, aunque la más conocida es la salud ósea.

¿DE DÓNDE SACAMOS LA VITAMINA D?

Como hemos comentado anteriormente, podemos obtener la vitamina, en sus distintas formas, por medio de síntesis en la superficie cutánea tras exposición solar, y a través de la dieta. Buenas fuentes de vitamina D son los pescados grasos (arenque, salmón, atún), los huevos, la leche entera y los derivados lácteos, las legumbres, las verduras de hojas verdes… Sin embargo, hay que tener en cuenta que más del 90% de la vitamina D de nuestro organismo proviene de la síntesis en la piel.

¿QUÉ NIVELES SON LOS RECOMENDABLES?

Lo primero que tenemos que saber es que cuando en una analítica nos miden la vitamina D, en realidad lo que se determina es la 25-hidroxivitamina D. Son recomendables niveles entre 30 y 75 ng/ml. Por debajo, se considera que hay una insuficiencia cuando los niveles están comprendidos entre 20 y 30 ng/ml. Si el nivel es menor de 20ng/ml ya hablamos de situaciones patológicas, con enfermedades como la osteomalacia o el raquitismo. Respecto a valores superiores, no se ha observado toxicidad con niveles de hasta 100 ng/ml y se propone que para que pueda empezar a haber toxicidad hay que alcanzar niveles de al 150 ng/ml.

¿QUÉ NIVELES SUELE TENER LA POBLACIÓN?

En la actualidad más de la mitad de la población presenta niveles bajos de 25-hidroxivitamina D, que van desde la insuficiencia hasta la clara deficiencia. Algunos autores ya lo definen como un problema de salud mundial con diversas consecuencias para la salud.

En España, pese a la cantidad de horas solares que tenemos en comparación con otros países, lo que debería favorecer una mayor síntesis de vitamina D, los niveles generales son semejantes o incluso inferiores a los que tienen países de Europa central o Escandinavia. No se conocen muy bien las causas de esta hipovitaminosis, aunque hay varias teorías. Se piensa que en los meses fríos la síntesis cutánea de vitamina D es insuficiente, porque no se expone suficiente superficie corporal a los rayos UVB. En los meses cálidos sucede algo parecido: debido a las altas temperaturas, es habitual protegerse del sol. También se cree que los niveles elevados de contaminación ambiental y el uso de cremas de protección solar disminuyen la síntesis cutánea de vitamina D.

¿QUÉ PASA SI TENEMOS POCA VITAMINA D?

Cuando hay déficit de vitamina D, la absorción de calcio no es suficiente para cubrir todo lo que necesita el organismo. Así, se sabe que la absorción de calcio disminuye un 15% (y hasta un 60% la de fósforo).

Nuestro cuerpo reacciona movilizando calcio de los huesos para mantener niveles normales en la sangre. Por lo tanto, ante una situación de falta de vitamina D, nuestros huesos se van haciendo más frágiles por pérdida de calcio.

En los niños, si hay una falta grave de vitamina D, puede haber problemas en la mineralización de los huesos, es decir, en la producción de cristales de fosfato de calcio que son lo que le dan la dureza al hueso. Los huesos no van a dejar de crecer y alargarse en estos niños, pero no lo van a hacer adecuadamente, apareciendo el raquitismo (piernas y brazos arqueados, tórax deformado…).

En los adultos, pese a que los huesos ya están creciendo, sí están sufriendo una continua remodelación, de tal manera que, ante la falta de vitamina D, los huesos se vuelven más blandos y aumenta el riesgo de fracturas, pudiendo desarrollarse osteoporosis.

Por otra parte, la hipovitaminosis D también se relaciona con debilidad y dolor muscular., Se ha visto en diversos trabajos que los metabolitos de la vitamina D afectan a la maduración y al funcionamiento del músculo.

Es llamativo también que los bajos niveles de vitamina D se consideran uno de los factores de riesgo de la esclerosis múltiple así como de la frecuencia de la aparición de los brotes de la enfermedad.

Por último, es importante nombrar también el papel de la vitamina D como modulador del sistema inmunológico (a nivel de los linfocitos T y B y los macrófagos) y su papel como regulador de la expresión génica. Cuando se une a su receptor (VDR), es capaz de pasar al núcleo celular y regular la transcripción de un alto número de genes, se estima que hasta el 3% del genoma humano. Así, interviene, por ejemplo, en la regulación del crecimiento y la maduración celular.

¿Y SI TENEMOS MUCHA?

Un exceso de vitamina D provoca una elevación de los niveles de calcio en la sangre, lo que puede llevar a que éste se deposite en órganos como el riñón y el músculo.

VITAMINA D Y CÁNCER

Como hemos dicho anteriormente, la vitamina D también puede actuar como factor de transcripción de bastantes genes. De aquí derivan algunas de sus características, que pueden tener relación con una protección frente a determinados tipos de tumores. Así, la vitamina D parece ser capaz de promover la diferenciación celular, estimular la muerte celular por apoptosis y reducir la angiogénesis (formación de vasos sanguíneos en los tumores).

Así, se ha asociado niveles altos de vitamina D con un menor riesgo de muerte en cáncer de próstata, con un papel preventivo en el cáncer de mama y de ovario, con mayor supervivencia en cáncer colorrectal y varios otros tipos tumorales.

¿SUPLEMENTOS SÍ O NO?

Hasta hace poco las recomendaciones para la población sana eran:

  • Desde nacimiento hasta 50 años: 200 UI/día de vitamina D
  • Adultos hasta 70 años: 400 U/día
  • Mayores 71 años: 600 UI/día

Hoy en día, a la luz de los bajos niveles sanguíneos existentes en la mayoría de la población, se han revisado estas recomendaciones y estas cantidades parecen insuficientes.

Las recomendaciones actuales quedan así:

  • Niños y adolescentes: 400 UI/día
  • Adultos: según el autor, y los niveles de vitamina D en sangre, se recomiendan entre 700 y 2.000 UI/día
  • Mujeres postmenopáusicas: entre 2.000 y 3.000 UI/día

Visto todo lo anterior, es bastante claro que la respuesta a si está justificado que los médicos receten últimamente suplementos de vitamina D con mucha frecuencia, es SÍ.

Se ha visto que suplementos de vitamina D y calcio logran una reducción del riesgo de fracturas en personas con osteoporosis de hasta el 30%.

Por otra parte, también se recomienda el aporte de suplementos de vitamina D a ancianos en los que se haya detectado un déficit de esta vitamina, puesto que puede mejorar la fuerza muscular y la capacidad funcional, provocando así una disminución de las caídas.

De igual modo empieza a estar recomendado (pero aún se necesitan más estudios) la suplementación con altas dosis de vitamina D en personas con esclerosis múltiple, debido al efecto inmunomodulador de la vitamina.

Por último, aunque su papel protector en cáncer requiere de más estudios, parece bastante lógico intentar tener al menos los niveles recomendados.

En resumen, podemos quedarnos con un par de ideas:

  • Gran parte de la población mundial no alcanza los niveles adecuados de vitamina D en su sangre
  • La mayoría de la vitamina D la sintetizamos en la piel cuando hay exposición solar.
  • De manera general, no logramos llegar a los niveles recomendados de vitamina D solo con la dieta y la síntesis.
  • Por todo ello, y por la importancia de la vitamina D en las funciones corporales, es casi ya rutinario que los médicos manden en la analítica analizar los niveles de esta vitamina y, si es necesario, receten suplementos.

 

 

 

 

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About the Author: Alberto Morán

Licenciado en farmacia por la Universidad Complutense de Madrid. Realicé mi tesis doctoral en el Departamento de Bioquímica y Biología Molecular de la Facultad de Farmacia. Posteriormente hice un Máster en Dirección de Empresas Biotecnológicas. Trabajé casi un año en una consultoría de biotecnología. Posteriormente fui investigador y docente en la Universidad Complutense de Madrid durante siete años. Mi carrera investigadora se desarrolló en el estudio de los mecanismos moleculares del cáncer (colon y pulmón esencialmente). En noviembre de 2012 abandoné definitivamente el laboratorio. En la actualidad soy titular de una oficina de farmacia.

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2 Comments

  1. hosting chile 2019/04/01 at 3:50 pm - Reply

    Muy buen articulo, nos muestra muchos aspectos que desconocíamos totalmente de la vitamina D. Sin duda que esto motiva a consumir mas alimentos ricos en dicha vitamina.

  2. María José Giménez 2019/04/19 at 11:11 am - Reply

    En ¿Qié es y para qué vale?, 4º párrafo: las glándulas paratiroideas (situadas en la tiroides)
    Las glándulas PARATIROIDES como su nombre indica están al lado (ambos lados) de la gándula tiroides.

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