Vacunar a los menores de 12 años frente a la COVID-19 no debería ser una prioridad en los países desarrollados

Históricamente, las vacunas han demostrado ser el instrumento de prevención y control de enfermedades infecciosas más eficiente que disponemos, generando un amplio consenso tanto en la comunidad científica como en la población en general. El caso de las vacunas para la COVID-19 no es diferente. Con unas efectividades en torno al 90% frente al desarrollo de enfermedad grave y muerte, y una disminución probada de la transmisión en torno al 50%, sumado a su altísima seguridad, hacen de ellas una herramienta esencial en el control de la mayor pandemia que ha sufrido la humanidad en el último siglo.

Sin embargo, hay que tener en cuenta que, como cualquier otro fármaco, hay unos riesgos y efectos secundarios asociados, que son despreciables al realizar un análisis coste/beneficio frente a la protección que confieren. Esto es incuestionable en la mayoría de la población y especialmente en las personas mayores de 65 años y grupos de riesgo, pero que cuando realizamos esta valoración protección/riesgo en menores de 12 años, empieza a ser un factor a tener en cuenta. En este grupo de edad la mortalidad roza valores casi nulos, de en torno al 0.2 por 100000, y apenas un 3% de los infectados requerirá hospitalización. También sabemos que, debido a sus características fisiológicas, los menores de 12 años no producen una gran cantidad de aerosoles, por lo que no son “supercontagiadores”, personas que juegan un papel clave en la expansión del virus al contagiar a mucha gente. Estos factores hacen que el beneficio intrínseco de vacunar en esta franja de edad se reduzca a valores mínimos, mientras que los riesgos se mantienen constantes.

Los menores de 12 años ni son potenciales enfermos ni potenciales supertransmisores

Por lo tanto, el principal beneficio que supondría tomar esta medida sería la reducción de las cuarentenas tanto de niños como de padres. Estas cuarentenas también han demostrado ser un método altamente eficaz de control de la transmisión, sin embargo también se ha demostrado que tienen fuertes efectos sobre la economía familiar y estatal, así como efectos nocivos referentes a patologías en salud mental y obesidad infantil. También minimizaríamos la posible aparición de fenómenos aun poco estudiados como posibles secuelas a largo plazo o la COVID persistente, sobre el cual algunos estudios observan un 10% de prevalencia los 6 meses en niños.

Como contrapunto, esta medida supondría un elevado coste económico en concepto de compra de dosis, lo que rondaría los 175 millones de euros. También merece la pena tener en cuenta los posibles efectos nocivos de introducir una variable nueva con la que poder efectuar discriminación, exclusión o bullying en un ambiente escolar, lo que podría tener consecuencias psicológicas en aquellos niños que, bien porque sus padres no les vacunen en un entorno en que la mayoría lo haga, o viceversa, puedan sufrir estos malos tratos.

En España, con un porcentaje de vacunación a fecha de 19 de noviembre del 79.1%, los grupos de riesgo con la 3ª dosis suministrada, los servicios sanitarios no saturados, sin altas tasas de ingresos en planta o en UCI y una estructura familiar de los hogares que revela que, en comparación con muchos otros países, este grupo de población no tiene un alto ratio de convivencia con los mayores de 65 años, se hace evidente que las prioridades radican en otros aspectos como minimizar las posibles apariciones de variantes de preocupación (VoC) , reducir los efectos negativos producidos en la economía, recuperar el ritmo normal de atención a otras enfermedades o patologías o conseguir que el 17.5 % aproximado de los españoles que ha rechazado la vacuna se reduzca.

Durante estas líneas se ha intentado exponer el contexto, los pros y los contras de tomar esta medida en España analizando exclusivamente factores internos, lo que supondría no haber entendido nada del funcionamiento de una pandemia como la que vivimos.

Pensar que la situación de la pandemia en otros países no es asunto nuestro es no haber entendido nada de lo ocurrido en los últimos dos años

Hemos visto como este virus es capaz de diseminarse por todo el globo silenciosamente y a gran velocidad debido a su transmisión aérea dominante y a la gran cantidad de asintomáticos que produce. En un mundo altamente interconectado, el estado de incidencia e inmunidad, así como el peligro del surgimiento de nuevas variantes más transmisibles o que presenten escape inmune que haya en otras zonas del planeta nos afecta directamente a nosotros también.

Como hemos mencionado, el porcentaje de vacunación en España del 79.1% representa un gran logro en comparación a los 68% de Alemania, 30% de Rumania, 46% de Colombia, 32.6% de Venezuela y 61.2% de Marruecos, países de los que recibimos los mayores flujos de inmigración. Por no mencionar los terribles porcentajes que se dan en países con menos recursos, donde se concentra una gran parte de la población mundial, como la República Democrática del Congo (<0.1%), Afganistán (8.2%) o India (28.9%).

vacunas

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Todo esto plantea, además de la preocupación del surgimiento de VoC en estas zonas, un debate moral y ético en el hecho de vacunar aquí a personas sin apenas riesgo de enfermedad o muerte y que a unos cientos de km de nuestras fronteras haya lugares donde ni los sanitarios ni los grupos de riesgo estén protegidos. Las vacunas no son ilimitadas y suponen un coste inasumible para ciertos países e instituciones. Nosotros, miembros de la Unión Europea y considerados un país del “primer mundo” tenemos el deber moral de ayudar a los que no pueden permitírselo.

Referencias:

  1. https://www.ine.es/prensa/edcm_2020.pdf
  2. https://ourworldindata.org/coronavirus-data
  3. Buonsenso, D, Sali, M, Pata, D, et al. Children and COVID-19: Microbiological and immunological insights. Pediatric Pulmonology. 2020; 55: 2547– 2555. https://doi.org/10.1002/ppul.24978
  4. https://ourworldindata.org/covid-vaccinations?country=OWID_WRL
  5. https://www.mscbs.gob.es/profesionales/saludPublica/ccayes/alertasActual/nCov/situacionActual.htm
  6. https://www.lavanguardia.com/vida/20211116/7866458/listas-espera-121-dias-media-operado-75-te-visite-especialista.html
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About the Author: Juan Hernández Vázquez

Biólogo por la Universidad de Salamanca. Actualmente cursa el Máster en Pandemias, Salud Global y COVID19 organizado por el CSIC y colabora en distintos estudios sobre inmunología y COVID-19 en el laboratorio de David Bernardo en el Instituto de Biología y Genética Molecular (IBGM) de la Universidad de Valladolid-CSIC

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4 Comments

  1. José Luis Martín Alonso 2021/12/02 at 8:14 am - Reply

    …además de que vacunar con una solo antígeno nos lleva al llamado pecado original de la vacuna, orientando la respuesta inmune en una determinada dirección que parece volverse obsoleta con variantes como omicron, mientras que el contagio de la cepa salvaje en niños los prepararía para todas las variantes que puedan aparecer.

  2. Ander 2022/01/21 at 11:25 pm - Reply

    Ademas vacunar a los niños podria tener menos contajios en el mundo y habria menos sepas en el mundo que hagan mas contagios

  3. Aida 2023/10/26 at 3:54 pm - Reply

    Interesante reflexión que no ha caducado con el paso de los años. Actualmente se vacunan en España a los niños mayores de 5 años y poco ha cambiado la situación para los países con bajas tasa de vacunación. Si bien la COVID 19 ya no es considerada una emergencia de salud pública continúa siendo un riesgo enorme en especial para grupos vulnerables.

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