¿Qué relación guardan nuestro tejido graso y nuestra salud bucal?
Conexión entre nuestra cavidad oral y el resto del organismo
Existen ya evidencias de que una adecuada higiene bucal es importante no sólo para la salud oral, sino para la salud de todo nuestro organismo. La presencia de infecciones en la cavidad bucal propicia el crecimiento de determinadas bacterias que liberan toxinas con efectos perjudiciales en otras partes del organismo, como el corazón y los vasos sanguíneos, aumentando el riesgo de enfermedades cardiovasculares (https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/34563194/ ). Estas bacterias incluso pueden dar lugar a alteraciones del metabolismo, pues son capaces de producir elevaciones de los niveles de azúcar en sangre, dando lugar a diabetes (https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC9483123/).
Sin embargo, la relación entre la salud oral y la salud global de todo nuestro cuerpo es también bidireccional: enfermedades del metabolismo, como la diabetes, llevan a una liberación de sustancias y células inflamatorias; el aumento de las mismas en el interior de la cavidad bucal aumenta el riesgo de caries y de inflamación de las encías (https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3228943/).
En esta asociación entre el estado de nuestra boca y nuestro estado de salud general, aparece un nuevo mediador del que poco se había hablado hasta el momento en este sentido, como es nuestro tejido graso (también conocido técnicamente como tejido adiposo). Prueba de esto es que los pacientes con obesidad, en quienes existe una alteración en la cantidad y función del tejido graso, tienen un riesgo más alto de sufrir una enfermedad oral común llamada periodontitis, que consiste en una inflamación crónica de la encía y resto de tejidos que rodean al diente, y que puede provocar la pérdida del diente en casos severos. Incluso hay estudios que revelan que la curación de la periodontitis puede ser más complicada y requerir más tiempo en pacientes con obesidad (https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/36353241/ ).
Pero, ¿qué tiene que ver el tejido graso con la cavidad oral?
Las funciones clásicas que se han atribuido al tejido graso son las de almacenamiento de energía y mantenimiento de la temperatura. Sin embargo, hoy día sabemos que el tejido graso es capaz de liberar numerosas sustancias que tienen efectos múltiples en otros órganos distantes al tejido adiposo, como el corazón, el riñón, los vasos sanguíneos, las articulaciones, e incluso, el tejido de las encías. Una de ellas son un conjunto de proteínas llamadas adipoquinas, que intervienen en los mecanismos de inflamación y defensa de nuestro organismo. De entre la diversidad de adipoquinas, resaltan dos: la leptina, comúnmente conocida por su implicación en las sensaciones de hambre y saciedad, que favorece la liberación de sustancias y células inflamatorias; y la adiponectina, que tiene una acción opuesta, inhibiendo la producción de células inflamatorias.
El aumento de los niveles de leptina en sangre puede propiciar la aparición de periodontitis, aumentando la producción de sustancias inflamatorias que actúan sobre la encía, disminuyendo su capacidad de cicatrización e incluso produciendo pérdida del hueso de la mandíbula en casos severos (https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/17451417/ ). Es más, se ha demostrado que los niveles de leptina en sangre disminuyen durante la fase de curación de la periodontitis.
Por el contrario, la adiponectina favorece la cicatrización de la encía, la creación de vasos sanguíneos y nuevo tejido, e inhibe la producción de sustancias inflamatorias en situaciones de infección bacteriana. De hecho, diversos estudios revelan niveles reducidos de adiponectina en sangre en pacientes con periodontitis crónica. Como dato de interés, la administración de adiponectina consiguió mejorar la periodontitis crónica en modelos de animal (https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC4023953/ ).
Y dicho esto, ¿por qué hay mayor riesgo de infecciones orales en pacientes con obesidad?
La obesidad no sólo debe entenderse como un aumento del espesor de nuestro tejido graso alrededor de los órganos; es también una situación en la que las células de ese tejido graso pueden enfermar, y producir una mayor cantidad de adipoquinas inflamatorias, como la leptina, al mismo tiempo que una menor secreción de adiponectina. El aumento de leptina en sangre, junto con otras sustancias, podría llevar a producir inflamación en diversos órganos; en la encía, en concreto, si no hay una adecuada higiene oral que impida el crecimiento de ciertas bacterias, el incremento de leptina propiciaría la aparición de periodontitis (https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC11132655/ ).
Sin embargo, la enfermedad del tejido graso no debe considerarse como algo exclusivo de la obesidad, sino que también aparece en otras enfermedades crónicas donde, a la larga, se produce una activación de los mecanismos de inflamación de nuestro cuerpo. Tal es el caso, por ejemplo, de casos severos de diabetes, enfermedades del corazón o enfermedades renales; situaciones en las que, por cierto, debe insistirse en una adecuada higiene oral y en la visita regular al dentista, por existir un mayor riesgo de infecciones orales.