La vida en cuatro letras. Reseña
Hoy traemos la reseña del libro La vida en cuatro letras. Claves para entender la diversidad, la enfermedad y la felicidad , de Carlos López-Otín (Paidós, 2019). Esta podría ser una obra divulgativa más sobre genética, pero no lo es; el libro está escrito en unas condiciones y con un enfoque totalmente distinto a lo que estamos acostumbrados.
El relato arranca en un momento muy complicado para el autor, varios reveses en el ámbito laboral le han sumido en una depresión. Y como científico que es, se pregunta porqué, qué le está pasando para sentirse invadido por la desilusión. El propio autor califica su libro como autoayuda, pero no una autoayuda convencional, más bien una autoayuda inversa, concebida principalmente para rescatar al autor y entender, <<desde la ciencia, las claves de la vida, de la enfermedad y de la felicidad>>.
López-Otín empieza explicándonos las razones que le han llevado a explorar cómo la genética influye sobre nuestra felicidad, o mejor dicho sobre la suya propia. A continuación, se pone manos a la obra con el trabajo divulgativo y refresca lo que aprendimos en el instituto con la genética más básica, el ADN con sus cuatro letras y el descubrimiento de su función como código molecular de la vida. De ahí, el autor pasa a hablarnos de evolución y el origen de la vida en la Tierra y a reflexionar sobre qué es lo que nos hace humanos. Pasamos entonces a descubrir el lenguaje genómico y los demás lenguajes de la vida (el varioma, el epigenoma y el metagenoma) y cómo sus imperfecciones dan origen a la enfermedad, así como las armas que tenemos y tendremos en el futuro para afrontarla. De la enfermedad, el autor pasa a centrarse en la felicidad y se pregunta por la existencia de los “genes de la felicidad” que, curiosamente, llevan décadas siendo estudiados, así como por las claves bioquímicas del miedo y del dolor. Pronto el autor se da cuenta de que reducir la felicidad a mera genética es un sinsentido en el mundo actual. <<Hoy sabemos que genes y ambiente son dos términos que forman parte de la misma ecuación de la vida.>> Así, los capítulos siguientes nos hablan de la influencia del epigenoma, el metagenoma y el simple azar sobre la felicidad. A continuación, López-Otín echa una mirada hacia el futuro y reflexiona sobre las promesas de inmortalidad, la implantación de la inteligencia artificial, la robótica o los avances en optogenética. Por último, el autor recoge todas sus reflexiones previas y las condensa en cinco claves y 14 recomendaciones para la felicidad.
La vida en cuatro letras sorprende desde la primera página por su estilo poético y reflexivo, muy distinto a lo que solemos ver en literatura divulgativa. El autor incluye constantemente referencias históricas, filosóficas y culturales que se entrelazan con la ciencia pura, con muchísimas referencias a libros que, además, aparecen listados en la bibliografía (un aplauso para los libros que te dejan con ganas de leer otros libros). El autor incluso nos incluye en el libro una playlist, que alguien ha tenido la paciencia de recoger en Spotify En resumen, un libro valiente que mezcla ciencia y humanismo y que apuesta por esa forma de divulgación tan necesaria que consiste en sacar al científico del laboratorio, quitarle el disfraz de rarito y devolverle las emociones. La vida en cuatro letras nos recuerda que nada puede explicarse por sí solo, que siempre es necesario dar un paso atrás para poder ver el cuadro al completo.
Antes de irme, una última reflexión. En La vida en cuatro letras el autor incluye una gran cantidad de notas con referencias a artículos científicos, para que el que quiera ir a la fuente original de la información, pueda hacerlo. Personalmente le agradezco muchísimo el esfuerzo a López-Otín, los que manejamos bibliografía científica a diario sabemos lo engorroso que puede ser; el problema está en que muchos (por no decir la mayoría) de estos artículos no se encuentran disponibles en abierto y solo los que tengan acceso a una biblioteca universitaria o estén dispuestos a pagar por leerlos podrán hacerlo. Es una lástima que muchos lectores no vayan a poder satisfacer su curiosidad y que no pueda exprimirse del todo el trabajo del autor. ¿A dónde quiero ir a parar con esta reflexión? Pues a que necesitamos más transparencia, más publicaciones científicas en abierto y, en general, más ciencia fuera del laboratorio.
Y con el derecho al pataleo ejercido, os dejo hasta la próxima.