La situación de la ciencia en 2020: una visión interdisciplinar
Contexto
En 1995, un escritor científico, John Horgan, colaborador de la prestigiosa revista Scientific American, publicó un libro con el provocador título “The end of science” (El final de la ciencia) que tuvo impacto en los medios y quizá fuera un éxito editorial. Obviamente lo adquirí, pero con una sensación mezclada, sentía interés y preocupación. Estaba apriorísticamente en contra de la tesis que subyacía en el titulo que era asertivo y no interrogativo. Me temía que existiera inspiración en el famoso libro de Francis Fukuyama, “El fin de la historia”, que cuestioné desde el principio, puesto que como científico tengo la obligación de señalar que la historia nunca termina, en todo caso experimenta bucles y se revive en diferentes momentos, aunque quizá en espacios semejantes.
La lectura del libro me mostró que, como ocurre muchas veces, estábamos en una posición intermedia. Horgan lo había escrito con temor porque había amado (¿descubierto?) la ciencia a partir y a través de sus entrevistas con un importante número de figuras científicas entre las que se contaba, eso sí, Fukuyama. Horgan parecía haber escrito el libro con el síndrome de una saturación de excelencia, de un empacho de conocimientos percibidos. Tras haber recogido posiciones pesimistas de tantas personalidades se animó a escribir el libro. Quizás no había reflexionado bastante sobre lo que habían sido, son y deben ser la filosofía, sociología e historia de la ciencia, una búsqueda de la evolución y no solo pensar en fotos fijas.
Curiosamente, a lo largo de los veinticinco años trascurridos desde la publicación del libro de su colaborador, la propia revista Scientific American y su contraparte española, Investigación y Ciencia (I y C), han venido publicando números especiales, recogiendo lo que se ha venido en llamar estado de la ciencia con periodicidad habitualmente anual y con diversidad de enfoques y perspectivas. Algunos de esos números fueron glosados por quien escribe a lo largo de los quince años (2006-2019) en los Editoriales u Ojos críticos que como presidente del Comité Científico de ASEBIO se publicaron en la web de dicha asociación; se puede acceder a ellos en el libro que reúne esos textos[1].
El número especial de noviembre de 2020 de Investigación y Ciencia
Este número ha aparecido en su portada con el provocador y pleno de expectativas título “Grandes Hitos y próximos Retos de la ciencia” y con el no menos sugerente subtítulo “Un recorrido por las ideas que más han transformado nuestra visión del mundo”. Tan ambicioso proyecto me ha hecho pensar que debía existir la versión en la revista madre, aunque me ha llamado la atención de la composición de autores que cubren el dossier, cinco de ellos autores de origen foráneo y la mayoría habituales colaboradores de la versión inglesa mientras que los dos restantes son españoles, inclusión que siempre se da en los números normales de I y C, pero que ha sido infrecuente en el panel de autores de un dossier especial. He buscado ante este hecho la versión original en inglés para su debido cotejo, sin haber encontrado ese número previo con esta portada y temática. Sin embargo una indagación inteligente en la que me han ayudado Jesús Rey y Víctor Ladero ha conducido al lógico número de septiembre -el normal de calaje entre las versiones inglesa y española de los números de la revista-. Ese número de Scientific American está destinado a celebrar el 175 aniversario de la revista[2]. Esto lleva a confirmar la inteligente actuación de la redacción española que ha aprovechado material de la matriz original para elaborar un número propio muy interesante e innovador, una decisión de notable importancia en el campo de la divulgación científica en nuestro país.
Características e índice temático del número
Cuenta con una presentación con el rótulo “Ciencia: Grandes hitos y próximos retos” (pág.18), que por su contenido y redacción confirma que se trata de una producción original de la versión española. En ella se hace referencia a las dos contribuciones de autores españoles y lo hace de modo integrado. En la página impar19 enfrentada, hay una sugerente ilustración con rostros que semejan estrellas de un firmamento, dos de los cuales en primer plano observan con telescopios de forma paralela y en direcciones opuestas.
Los artículos se agrupan bajo los siguientes rótulos y títulos:
Astronomía: “Nuestra visión del cosmos” (págs. 20-27), del Astrónomo Real del Reino Unido, Martin Rees, quien ha ocupado otros puestos de relevancia en la dirección de la ciencia y es autor de nueve libros, entre los cuales se destaca: En el futuro: Perspectivas para la humanidad (Crítica, 2019).
Geología: “Los peores momentos de la Tierra” (págs. 28-35), del periodista científico Peter Brannen, autor del libro The ends of the world en el que se ocupa de las cinco grandes extinciones masivas (Ecco, 2017).
Evolución: que es uno de los grandes temas que se han tratado en esta última década con intensidad y calidad en ambas versiones, con el título “El rompecabezas del origen humano” (págs.36-45), de Kate Wong, editora senior de Scientific American para las áreas de evolución y ecología.
Medicina: “El retorno de las pandemias” (págs. 46-51), de Marynn McKenna, periodista especializada en Salud pública y Salud global, y política alimentaria; es también profesora en la Universidad Emory (Atlanta), en el Centro para el Estudio de la Salud Humana; uno de cuyos libros de referencia es Big chicken: The uncredible story of how antibiotics created modern agriculture and changed the way the world eats” (National Geographic Books,2017).
Medio Ambiente: “Los factores ecológicos en las pandemias” (págs.52-59), de Jaume Terradas, catedrático emérito de ecología de la Universidad Autónoma de Barcelona. Fue promotor del Centro de Investigación Ecológica e Investigaciones Forestales (CREAF) que está hoy reconocido como centro de excelencia Severo Ochoa y es una persona de amplio recorrido en la gestión de los problemas de la ecología terrestre y de educación ambiental.
Tecnología: “Las tecnologías que han transformado nuestra sociedad” (págs.60-67), una visión histórica de esta transformación que ofrecen dos autores: por un lado, Naomi Oreskes, profesora de historia de la ciencia y de ciencias planetarias y de la Tierra en la Universidad Harvard, con dos últimos libros tan fascinantes como: Why we trust science? (Princeton University Press, 2019) y Science on a mission: How military funding shaped what we do and don´t know about ocean; y por otro, Erik M. Conway, profesor visitante de historia en el Instituto Tecnológico de California y autor de Exploration and engineering: The Jet Propulsion and the quest for Mars (Johns Hopkins University Press, 2015).
Filosofía: “La pregunta por el ser humano” (págs.68-74), de Alfredo Marcos, profesor de filosofía de la ciencia en la Universidad de Valladolid y colaborador habitual de I y C, donde desde una sección de la revista que ha hecho historia[3] reflexiona sobre filosofía de la biología y estudios aristotélicos, centrando ahora sus investigaciones sobre cómo somos humanos aportando la perspectiva de la importancia que han tenido la ciencia y la tecnología en la imagen del ser humano.
Comentarios
A. Nótese que en esta reseña se utiliza el término situación, que es la primera acepción en el DRAE para el concepto estado, cuando este concepto es que el predomina en los informes que pretenden dar cuenta de cómo se encuentra la ciencia y la tecnología en un momento de la historia. Lo hago así para precisar que con mi colega Jesús Rey hicimos una comparación entre ciencia y democracia en el verano de 2019[4]. Ahora estamos trabajando en una nueva comparación y nos ha parecido pertinente, casi una suerte, las palabras que ha pronunciado Kamala Harris en su discurso del sábado noche como vicepresidenta electa de los Estados Unidos cuando dijo citando al activista John Lewis lo siguiente: «La democracia no es un estado, es un acto, no está garantizada”. Pensamos que es una buena analogía considerar a la ciencia como un acto porque en línea con lo que hemos sostenido en este texto y en otros muchos está en constante evolución y lo prueba de forma abrumadora la pandemia de la covid-19.
B. En el titulo hablo de visión interdisciplinar. De los siete artículos del número, solo dos son de autores que son profesionales científicos de reconocido prestigio que escriben (divulgan) sobre los campos en los que han trabajado de modo destacado. Hay otros cuatro cuyos autores son periodistas científicos o escritores de la ciencia (science writers) o son brillantes profesionales de la historia de la ciencia, es decir proceden de las áreas asociadas a las ciencias humanas y sociales, son constructores de relatos divulgadores de altura y que denotan un notable nivel de especialización. El último es un reconocido especialista español de filosofía de la ciencia y por lo tanto se mantiene la tesis del papel fundamental que cultivadores de las humanidades y las ciencias sociales juegan en este importante número de Investigación y Ciencia. Esta intervención de narradores ajenos al proceso de la producción de conocimientos científicos es una tendencia que se ha reafirmado durante la última década en ambas versiones de la revista, lo que se ajusta a la línea de los estudios CTS (relaciones entre Ciencia, Tecnología y Sociedad).
C. Pese a mi inclinación sobre la evolución y los procesos y factores que influyen sobre ella y del interés que despiertan las consecuencias morales y sociales de las tecnologías de la información y comunicaciones, voy a centrar el análisis en los dos artículos que guardan más relación con la pandemia de la covid-19 y las cuestiones ambientales, ya que además son militantes en pro de la interdisciplinariedad y dan apoyo al concepto de sindemia, que viene alcanzando creciente transversalidad[5].
El primero de ellos, “El retorno de las pandemias”, es el que desarrolla Marynn McKenna, quien recuerda que la aparición de los antibióticos y las vacunas (las sulfamidas añadiría yo) hicieron pensar que en el siglo XX se habría acabado con las epidemias. Eran tiempos, la década de 1970, de una crisis petrolífera que arrastró a la ruptura del ciclo económico virtuoso que se puso en marcha tras la Segunda Guerra Mundial, se marcaba un punto de inflexión en el optimismo existente en las sociedades europeas de la posguerra[6]. El optimismo venia del campo de la salud en el que se auguraba que “las enfermedades infecciosas dejarían de ser la principal causa de mortalidad en humanos”[7]. Empero, desgraciadamente no ha sido así porque después hemos sufrido epidemias debidas a virus: Ébola, sida, gripe, SARS-CoV-1, SARS–MERS y SARS-CoV-2 (covid-19), mientras la autora nos evoca la importancia de los “determinantes sociales de la salud”, un concepto según sus palabras “menos rotundo que el de fármaco o vacuna” pero no menos necesario a tener en cuenta. Por eso propone que hay que renovar y reflexionar acerca de cómo aplicar nuevas estrategias en la gestión de la medicina moderna, prestando al mismo tiempo atención a condicionantes sociales como la pobreza, las desigualdades sociales, las migraciones que propician la aparición y la propagación de nuevas enfermedades.
El segundo “Los factores ecológicos en las pandemias” que expone con brillantez serena Jaume Terradas no es solo un muy atractivo texto de biología relacional como es la ecología, sino que supone una importante inmersión en el terreno reflexivo de la filosofía y la historia. Nos recuerda que las zoonosis son responsables de la mayoría de las enfermedades infecciosas y que éstas se propagan con los errores y desmanes en la explotación de la naturaleza y con la consiguiente alteración en los ecosistemas y en los hábitats de los animales. No olvidemos la resiliencia de la naturaleza [8] y que como se anunciaba recientemente hay 850.000 virus en animales esperando el salto[9] a humanos para cuando haya cambios favorables para los virus a partir de nuestros errores.
No me resisto a trascribir esta declaración de Terradas: “la historia demuestra como la salud de los animales, las plantas y los humanos junto con la organización de la sociedad han estado entrelazadas en un mismo viaje a lo largo de los siglos”. De aquí que se haya acuñado el concepto de “Un mundo, una salud” o la fórmula de Salud Global, una aproximación holística promovida por científicos y entes dedicados a la salud pública humana y animal para que se elaboren estrategias completas y complejas que incluyan: ciencia, legislación y políticas, de forma que se planteen con amplitud y anticipación la prevención de epidemias y plagas como prioridad. A ver si no tropezamos de nuevo y con tozudez suicida en las mismas piedras.
Finalmente, para cerrar este ejercicio me remito a la visión que Alfredo Marcos apunta para amortizar el salto del optimismo inicial generado en el desarrollo de la ciencia y la tecnología a lo que tilda de “descreimiento posmoderno actual“ y para el que yo apuntalaría como está siendo favorecido por el populismo libertariano, más que libertario. El filósofo de la ciencia aboga por que en esa tarea de mejorar la imagen human se incluya a “las ciencias humanas, sociales y otras fuentes de sabiduría y que excluya el pseudoconocimiento psicológico y supersticioso”.
Y por favor apostemos más por la reflexión pausada mediada por la historia porque no solo no ha muerto, sino que está ahí para dar sentido al presente y mediar en el futuro; parafraseo con esta formulación en cierto modo a Walter Benjamin.
[1] E. Muñoz (2019) Un recorrido por la Biotecnología de la mano de Emilio Muñoz. ASEBIO. Libro electrónico https://asebio.com/sites/default/files/2019-11/Libro Emilio Muñoz.pdf.
[2] https://www.scientificamerican.com/magazine/sa/2020/09-01/
[3] https://www.investigacionyciencia.es/revistas/temas/filosofa-de-la-ciencia-801
[4] J. Rey Rocha, E. Muñoz Ruiz (2019) En qué se parecen ciencia y democracia. The Conversation, 1 agosto 2019. https://theconversation.com/en-que-se-parecen-ciencia-y-democracia-120326
[5] Richard Horton (2020) Offline: COVID-19—a crisis of power. The Lancet, 396(10260) October 31, 2020. https://www.thelancet.com/journals/lancet/article/PIIS0140-6736(20)32262-5/fulltext
Olivia Muñoz Rojas (2020) No es una pandemia, es una sindemia. El País, 20 octubre 2020. https://elpais.com/opinion/2020-10-19/no-es-una-pandemia-es-una-sindemia.html.
[6] Ian Kershaw (2019), Ascenso y crisis. Europa 1950-2017, un camino incierto, capitulo 7, págs. 289-339, Critica.
[7] ¿Les resuena a los sufridos lectores con la reacción en la segunda semana de noviembre de 2020 al anuncio de la empresa norteamericana Pfizer sobre su vacuna contra el SARS-CoV-2?
[8] E. Muñoz Ruiz, J. Rey Rocha (2020) La resiliencia de la naturaleza ante los desmanes del consumismo. The Conversation, 27 febrero 2020. https://theconversation.com/la-resiliencia-de-la-naturaleza-ante-los-desmanes-del-consumismo-132550
[9] M. Planelles, E. Sánchez (2020) Hasta 850.000 virus desconocidos en aves y mamíferos podrían dar el salto a los humanos. El País, 29 octubre 2020. https://elpais.com/clima-y-medio-ambiente/2020-10-29/hasta-850000-virus-en-aves-y-mamiferos-tienen-capacidad-de-dar-el-salto-a-los-humanos.html
Autor
Este artículo ha sido elaborado por:
Emilio Muñoz, socio promotor de la AEAC, nace en Valencia en 1937. Es Doctor en Farmacia, Profesor de Investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas en el área de Biología y Biomedicina. Actualmente vinculado “ad honorem”en el Instituto de Filosofía del CSIC, Departamento de Ciencia, Tecnología y Sociedad.
About the Author: Emilio Muñoz
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