¿Qué podemos esperar ante la segunda ola de la COVID-19?
Un estudio elaborado por el Hospital Universitario Germans Trias i Pujol (Can Ruti), de Badalona, y la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC) y remitido a la Comisión Europea alertaba de que España estaba sufriendo “una segunda ola” de la epidemia COVID-19 que podría llegar a Europa en unos días.
España lidera a fecha 1 de septiembre la incidencia acumulada (IA) de casos de COVID-19 -el total de casos por cada 100.000 habitantes- en Europa, con 1.002 afectados por cada 100.000 habitantes, seguida de Suecia (837), Bélgica (737), Portugal (571), Rumanía (461), Italia (447), Francia (438), Países Bajos (415), Alemania (292), Polonia (179), Grecia (101) y Hungría (65).
¿Qué podemos esperar ante esta segunda ola de la COVID-19? David Bernardo, Doctor en Inmunología por la Universidad de Valladolid, nos ayuda a analizar los distintos aspectos relacionados con la pandemia y las posibilidades respecto a los próximos meses.
¿Qué hemos aprendido de su evolución durante estos meses?
Estamos viviendo una revolución científica y tecnológica que pasará a los anales de los libros de historia. Hace apenas 9 meses no conocíamos este “bicho”. Ahora, no es sólo que sepamos qué es, sino que hemos secuenciado su genoma, sabemos que entra en las células a través de ACE2, sabemos qué hace una activación del inflamasoma dependiente de NLRP3, sabemos que los casos graves (ancianos y/o gente con co-morbilidades) presentan un déficit primario de producción de interferones tipo I que hace que el virus escape al control del sistema inmune innato, sabemos que lo que mata no es el virus sino el exceso de respuesta inmune adaptativa y como tal estamos tratando a los pacientes en la UCI con inmunosupresores…
Sabemos una gran cantidad de cosas del virus. Y esto ha permitido a su vez que, en un tiempo record de apenas 9 meses (repito, menos de 1 año) tengamos varios candidatos a vacunas actualmente en evaluación en Fase III. Hemos desnudado al virus y lo conocemos a nivel molecular. Ahora sólo necesitamos confirmar (que no es poco) que sabemos cómo funciona para atacarlo. Porque hay una máxima que rige a la ciencia. Cualquier fármaco que llegue al mercado debe ser seguro. Y en eso estamos. Asegurándonos que las diversas estrategias actualmente en marcha son seguras y no provocan efectos secundarios, lo que lamentablemente (y por eso lo fármacos son seguros) lleva más tiempo que otra cosa. Porque queremos, y debemos asegurarnos, que los fármacos que lleguen a la gente son seguros y sin efectos secundarios graves.
¿Cuál es la situación actual desde el punto de vista científico?
Desde el punto de vista científico, la segunda ola nos preocupa mucho más que la primera. Por una sencilla razón. Ahora tenemos mucho más virus pululando por el ambiente que en la primera. Esto explica por qué, hasta ahora, en todas las grandes epidemias de la humanidad la segunda ola siempre ha sido más devastadora que la primera. Pero caben motivos para la esperanza. Conocemos a nuestro enemigo y, sobre todo, conocemos a la población más vulnerable. Sabemos cómo actúa el “bicho”. Y somos capaces de detectarlo incluso en el periodo de incubación para no sólo aislar a los casos (y cortar la propagación) sino también para tratarles antes de que desarrollen síntomas.
Estamos en un momento clave. Tenemos muchos más casos detectados que en marzo/abril, pero la situación es mejor. La mortalidad del virus ha bajado porque detectamos muchos más casos y, sobre todo, la edad media de los infectados no es de 65 años si no de 35. Esto no quiere decir que nos podamos relajar. Pero sí caben motivos para el optimismo para pensar que, esta vez, y por primera vez en la historia de la humanidad, la segunda y la tercera ola no serán tan drásticas.
Pero insisto, está en nuestras manos. Todos hemos de poner de nuestra mano manteniendo las medidas de distancia social, higiene y lo que es más importante, ayudando a la trazabilidad de los casos y respetando las cuarentenas cuando se nos impongan. Pero soy optimista.
Los rebrotes han aumentado, el número de casos ha aumentado, pero los ingresos y la mortalidad no lo han hecho
Como comentábamos anteriormente, hemos aumentado el número de pruebas que realizamos. Por esta sencilla razón, si antes detectábamos a 1 de cada 4 portadores, y ahora a 3 de cada 4, los ingresos y la mortalidad van a bajar porque antes detectábamos casos sintomáticos (que son sobre el 20% de los casos) y ahora detectamos casos asintomáticos. Pero esto es imprescindible para evitar que la cosa se nos vaya de las manos. El virus llevaba descontrolado en España desde mediados de febrero, expandiéndose entre población ansintomática hasta que alcanzó a la población vulnerable y se dispararon los ingresos y los muertos. Por eso es tan importante hacer el seguimiento de los casos. Eso, y que afortunadamente la edad media de los casos ahora está en torno a 35 años. Esto implica que prácticamente nadie tendrá una enfermedad grave si no tiene comorbilidades (aunque obviamente es un drama familiar al que le toque), pero también implica que tenemos una base del virus dispuesta a dar el salto a la población vulnerable que es lo que hemos de evitar cueste lo que cueste. Debemos mucho a nuestros mayores, y no podemos dejar que esta ola les alcance de nuevo.
¿Qué podemos esperar de las vacunas?
En primer lugar, conviene tener en cuenta que una vacuna lleva muchos años de trabajo para su desarrollo. Por poner un ejemplo, todavía no tenemos una vacuna para el HIV o la malaria. Dicho esto, el COVID-19 es una enfermedad que afecta a “blancos, ricos y guapos” así que obviamente hay muchos más recursos disponibles, pero no debemos olvidar que el desarrollo de una vacuna lleva muchos años. Que en menos de 9 meses tengamos más de 6 vacunas en Fase III de evaluación es una auténtica revolución científica sin precedentes. Hasta ahora, hemos demostrado en los ensayos pre-clínicos que funcionan en tubos de ensayo. En fase I, mostramos que son segura para las personas. En fase II, que no provocan efectos secundarios. Dicho esto, la clave está en la Fase III. Aquí se inmunizan a una gran cantidad de gente con la vacuna o con placebo, y nos toca esperar un tiempo para ver si hay más infecciones de gente (de forma natural) en el grupo placebo que en el vacunado. Dicho esto, se trata de estudios doble ciego donde ni los observadores (médicos y científicos) ni los voluntarios saben si han recibido vacuna o placebo. Esto es lo que nos dirá si la vacuna es efectiva (protege más que el placebo o no). Por eso podemos ser optimistas porque haya varias vacunas en fase III, pero cautos porque no sabemos acerca de su efectividad.
Hay también otra máxima en el desarrollo de las vacunas. Las primeras generaciones suelen dar inmunidad en un porcentaje muy bajo. Por definición, una vacuna nunca dará la inmunidad o protección que otorga pasar la enfermedad. Y por definición, también sabemos que las primeras generaciones de vacunas son muchos menos efectivas que las venideras. Con esto quiero decir que es muy probable que, las primeras vacunas, aunque demuestren su efectividad comparado con el placebo, no vayan a ser muy efectivas. Lo más probable es que nos toque vacunarnos con diversas de ellas porque cada una otorgará protección frente a diversas partes del virus. Podemos ser optimistas en que más tempano que tarde tendremos vacunas efectivas y esta pesadilla se acabará. No hay más que ver que tenemos más de 5 vacunas en fase III, más de 10 en Fase II, más de 15 en fase I y cientos en fase pre-clínica, pero no creo que las primeras generaciones de vacunas vayan a salvar a todos.
En unas semanas la COVID convivirá con enfermedades clásicas de otoño invierno como la gripe o la neumonía. ¿Qué va a ocurrir?
Es cierto que con las actuales medidas de higiene, mascarilla y distanciamiento social, es de esperar que bajen los infectados de estas otras enfermedades, pero no van a desaparecer. El problema sobre todo será el identificar de forma rápida a aquellos pacientes portadores de COVID-19 de aquellos que sufren una gripe clásica por ejemplo. Por eso es tan importante que este año, nos vacunemos todos de la gripe. Esto nos facilitará identificar en aquellas personas con un cuadro respiratorio si es derivado de COVID (si están vacunadas de gripe) o no tener idea al respecto si no fuese el caso. Se antoja un panorama muy difícil si no tomamos medidas porque la gripe, no debemos olvidarlo, es mortal. Por eso es tan importante mantener las recomendaciones de higiene, distancia mascarilla y estar vacunados frente a ésta. Esto permitirá una mejor monitorización de los casos. Además, no debemos olvidar que la vacuna de la gripe ayuda como un “booster” al sistema inmune, lo que se traduce en una menor incidencia de otras enfermedades al haber activado al sistema inmune.
Por tanto, creo que si todos somos responsables y ponemos de nuestra parte, podremos ayudar a controlar una situación que, de lo contario, sería catastrófica.
¿Hasta qué punto es efectiva la PCR para controla la enfermedad?
A día de hoy, la son la mejor herramienta que tenemos. Todos hemos visto la serie CSI. Cuando detectan el DNA del culpable (léase asesino, violador, ladrón o lo que corresponda) en la escena del crimen. Esto es posible gracias a la PCR. Es básicamente una “fotocopiadora” del ácido nucleico que nos permite detectar cantidades de ácido nucleico antes imperceptibles. La ventaja es que, si está bien diseñada, es prácticamente 100% segura, sensible y fiable así que no vamos a detectar lo que no es virus.
Dicho esto, lo que hace la técnica es detectar ácido nucleico viral en una muestra, lo que no implica que el virus esté ahí viable. Volviendo al ejemplo de CSI, al detectar el ADN del asesino no estamos diciendo que esté ahí ahora mismo, sino que estuvo. Por eso la contaminación por fómites se pone en entredicho.
Ahora bien, a día de hoy, es la mejor herramienta para detectar la presencia de virus en una persona. Hay gente o administraciones que se basan en los test rápidos, pero estos sólo detectan anticuerpos que aparecen tras pasar la infección. Es decir, tener anticuerpos IgG o IgM anti-COVID no dicen que no estés infectado, sino que has pasado la infección, lo que, si lo pensamos, es bueno a nivel individual. Pero también implica, por las particularidades del sistema inmune, que una persona infectada (y por tanto infectiva) va a ser negativa para los test rápidos. La ventaja de la PCR es que es capaz de decirnos, casi a tiempo real, si detectamos carga viral en ti, y por tanto si portas el virus. Pero ojo, no es la panacea. Yo puedo ser negativo hoy, relajarme, llevar una vida normal, contagiarme mañana, y pasarles el bicho a mis abuelos dos días después.
Es importante por tanto que aprendamos que cada técnica nos da una información diferente. La PCR nos da una “fotografía”, y nos dice si tenemos virus en ese momento, pero no si lo teníamos antes o después de la fotografía. Los test rápidos por el contario nos dicen si hemos pasado el virus (algo que la PCR no hará), pero son negativos si yo ahora mismo porto el virus. Lo que necesitamos es desarrollar test rápidos, baratos y fiables que, de forma precisa, nos permitan decir (al igual que la PCR) si una persona porta el virus. Cuando tengamos estos test (actualmente en desarrollo), esto supondrá un cambio total en la gestión de la pandemia porque podremos permitirnos hacernos test masivos de forma regular para identificar brotes y aislar a los portadores rompiendo así la cadena de transmisión. Lamentablemente, a día de hoy eso aún no existe.
En el caso de que tengamos que convivir con esta enfermedad a muy largo plazo, ¿qué deberíamos cambiar para evitar contagios masivos o confinamientos?
Creo que la definición de nueva normalidad nos viene perfecto. No sé a los lectores, pero a mí ahora me pasa cuando veo una película o serie que me noto ansioso al ver que no se mantiene la distancia de seguridad ni se lleva mascarilla. Obvio en tanto que fue grabado antes de la pandemia. Pero creo que no soy sólo yo. Estamos cambiando la forma de relacionarnos. Y esto, espero equivocarme, va a ir para largo. Poco a poco iremos aumentado la distancia social, evitando contactos, evitando compartir vaso/plato, etc. ¿es ideal? Ni mucho menos. Pero a día de hoy es lo que tenemos. A nuestros hijos les resultará más fácil. Pero creo que estas nuevas medidas han venido para quedarse. Ojalá me equivoque, pero cuando a su vez veamos que, derivado de estas medias, disminuye el contagio de otras enfermedades, iremos aceptándolas más. Somos animales sociales, y nuestra sociedad actual no se parece en nada a las de 1.990 por poner un ejemplo. Por eso creo que poco a poco iremos asumiendo estos cambios que, si bien a día de hoy nos parecen una locura, en unos años a nuestros hijos les parecerá lo normal y pensarán que sus padres estaban locos por no usar tales de medida de protección y prevención.
¿Qué posibilidades hay de que aparezca un nuevo virus o enfermedad similar a esta en el corto y medio plazo?
Lamentablemente es muy alta. Los científicos con un poco de conocimiento en el tema (virólogos, inmunólogos, epidemiólogos, etc.) sabíamos que era cuestión de tiempo. Máxime con la deforestación, pérdida de hábitats etc. Llevamos de hecho varios avisos al respecto. El SARS de 2002, la gripe aviar de 2005, la gripe porcina de 2009 (o gripe A) o el MERS de 2012. El problema es que creo hemos tenido demasiados “falsos avisos” en los últimos años acerca de la “inminente pandemia” que nos hemos relajado. Yo me incluyo entre lo que creyó que alguna de las previas lo iba a cambiar todo y al final (afortunadamente) quedaron en nada así que también subestimé esta. Dicho esto, no es momento de buscar culpables (el único culpable es el virus) sino soluciones y evitar que se vuelta a suceder. Lamentablemente, no es descabellado pensar que cada vez nos enfrentemos a nuevas pandemias consecuencia de destruir diversos hábitats donde los virus tienen su reservorio y se mantienen y, consecuencia de ésta destrucción, se de el salto entre especies. Soy sin embargo optimista (es mi defecto) en que esta crisis nos sirva para aprender y para estar preparados antes las futuras pandemias que se nos avecina.