Hábitos de vida para prevenir los efectos de la diabetes
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En este blog ya os hemos hablado muchas otras veces de la diabetes.
Ya sabéis que la diabetes es una enfermedad crónica que se caracteriza por el aumento de glucosa en la sangre. Según pasa el tiempo ese exceso de “azúcar” en sangre provoca diversos problemas de salud.
Hay básicamente dos tipos de diabetes. La tipo I, en la que las células productoras de insulina en el páncreas están dañadas, por lo que no se secreta prácticamente insulina. Es un trastorno inmunitario que se suele detectar en la infancia. En la tipo II, sin embargo, el páncreas no está dañado, sino que lo que sucede es que el organismo no responde de manera adecuada a la insulina. Recordemos que la insulina es una hormona que regula el nivel de glucosa en sangre. Las células necesitan energía para realizar sus procesos y la glucosa es la principal fuente de energía para el organismo.
Prevención
Las personas con diabetes tipo II o incluso aquellas que tienen factores de riesgo para sufrir esta enfermedad, pueden adoptar unos hábitos de vida que retrasen o eviten los efectos de los elevados niveles de azúcar en sangre. Incluso estados de prediabetes se pueden corregir y no sufrir la enfermedad o al menos retrasarla.
La alimentación es un aspecto fundamental para el control de la glucemia. No es el propósito de esta entrada daros recomendaciones detalladas, tenéis sitios donde consultar dietas para personas con diabetes y mucha más información relacionada con la nutrición para diabéticos. Aquí solo queremos indicaros la importancia de mantener una alimentación equilibrada, utilizando carbohidratos complejos (evitar azúcar y potenciar cereales, por ejemplo) y aumentando la ingesta de fibra alimentaria. Y hay que tener en cuenta que no es solo lo que comemos, sino cuánto comemos. Siempre es preferible la moderación, evitar ingestas exageradas que provocan picos de glucemia difíciles de controlar.
Otro aspecto importante, relacionado con la alimentación es el control del peso. De hecho, hay autores que afirman que, de no existir la obesidad, la diabetes tipo II sería una enfermedad poco frecuente. Se considera que el 75% del riesgo de desarrollar esta enfermedad se debe a la obesidad. Esto tiene causas moleculares. Se ha demostrado que los adipocitos viscerales (las células del tejido graso que recubre nuestros órganos internos) tienen características que los hacen más resistentes a la insulina. Además, secretan señales proinflamatorias y se sabe que la inflamación crónica colabora con la destrucción de las células del páncreas y participa en las lesiones oculares y renales típicas de los enfermos de diabetes.
El último componente preventivo del que os queremos hablar es el ejercicio físico. Existen numerosos estudios que demuestran el impacto positivo del ejercicio en diversos órganos y tejidos. Alguno de los efectos demostrados del ejercicio físico son el aumento de la respuesta a la insulina y el aumento en la captación de glucosa por parte de los tejidos, disminuyendo, por tanto, los niveles de glucosa en sangre. Lógicamente el ejercicio realizado ha de estar adaptado, en intensidad, duración, frecuencia y tipo de ejercicio a las características de la persona. Hay que tener en cuenta parámetros como la edad, estado de salud y forma física para personalizar el ejercicio y que tenga los efectos beneficiosos deseados evitando posibles lesiones.