El doctor Semmelweis o cómo lavarse las manos salva vidas
Imaginad un quirófano. Seguro que pensáis en un sitio muy limpio. Los médicos se lavan las manos y se pone guantes, de manera rutinaria ¿verdad? Pues no siempre ha sido así. De hecho, es así solo desde finales del siglo XIX…
Principios del siglo XIX, pongamos hacia 1820. Un hospital europeo cualquiera. Las sábanas sobre las que se acuestan los pacientes están sucias, húmedas. Por supuesto, en las camas había visitantes no deseados, chinches, piojos… La sala huele a todo tipo de fluidos corporales. Los suelos están pringosos y asquerosos. Pero no es solo la estancia. El personal médico tampoco destaca por su higiene. ¿Lavarse las manos? Ni se plantea. Obviamente esto tenía repercusiones en la tasa de mortalidad, aunque no se relacionaba la higiene con la muerte. Adelantémonos unas pocas décadas.
Viena, Hospital General, 1847. Ignaz Semmelweis trabaja como asistente en la clínica ginecológica del hospital. Allí observa que las mujeres que dan a luz en la sala de maternidad tienen una tasa de mortalidad mucho más alta que aquellas las que lo hacen en sus hogares. Concretamente las mujeres frecuentemente contraen la llamada fiebre puerperal. A Semmelweis le preocupa mucho esta situación y comienza a investigar, a buscar la causa y la manera de evitar esta elevada mortalidad. En el Hospital General de Viena había dos salas destinadas a partos. Semmelweis se da cuenta de que la mortalidad es muy diferente en ambas y se plantea la razón.
Gráfico tomado de https://www.bbc.com/mundo/noticias-49653058
Las dos salas o clínicas eran iguales. La número uno estaba atendida por estudiantes de medicina, mientras que la número dos, con una mortalidad muchísimo más baja lo era por parteras. A Semmelweis le comentan que ya se habían dado cuenta de este hecho y que atribuían la mayor mortalidad al “trato rudo de los estudiantes de medicina” (¿?).
A nuestro protagonista no le convence la explicación y sigue buscando causas. Una de las primeras que se le ocurre es, cuando menos, curiosa. Resulta que cuando una mujer moría de fiebre puerperal, se llamaba a un sacerdote que se paseaba tocando una campana por toda la sala. Según Semmelweis esta situación podía provocar tal estado anímico entre las mujeres que podían sufrir fiebre tras dar a luz y morir. Obviamente esta tampoco era la explicación, como el propio médico comprueba enseguida.
Poco después ocurre un desgraciado accidente, relativamente frecuente por aquel entonces. Un colega del hospital fallece tras haberse provocado un corte mientras realizaba una autopsia. El caso es que tras cortarse experimenta unas fiebres que son similares a las que tienen las mujeres tras dar a luz. Semmelweis elabora entonces una nueva teoría: la existencia de una «materia cadavérica» que era transportada por las manos de los médicos. Observa que era muy frecuente que los médicos y estudiantes atendieran a los partos justo tras haber realizado alguna autopsia. Y esto solo pasaba en la clínica o sala número uno, puesto que en la número dos solo había parteras y estudiantes de parteras.
Semmelweis propone entonces el uso de soluciones con cloruro de cal para el lavado de manos de los médicos, antes y después de examinar a sus pacientes.
Lavamanos
Esta medida se inició a mediados de mayo de 1847 y disminuyó de manera drástica la tasa de mortalidad por fiebre puerperal en mujeres que daban a luz en el hospital. En abril de 1847, la tasa era del 18,3%. Un mes después de iniciar el lavado de manos, cayó a un 2,5%.
Gráfico tomado de https://www.bbc.com/mundo/noticias-49653058
Sin embargo, muchos de sus colegas médicos no creyeron en lo que proponía nuestro protagonista e incluso llegaron a ridiculizar sus ideas. Hay que pensar que, en última instancia, estaba afirmado que una mala praxis de los estudiantes (y no solo estudiantes) de medicina era la que conducía a la muerte de las mujeres que acababan de dar a luz. Obviamente esta idea no podía ser muy popular. Semmelweis se enfrentó a una gran resistencia y finalmente fue expulsado del hospital en 1849. Después de su partida, la tasa de mortalidad en el Hospital de Viena volvió a subir.
Se trasladó entonces a Pest, su localidad natal, en Hungría, donde trabajó en salas de obstetricia de hospitales pequeños. Allí, nuevamente, logró disminuir la tasa de mortalidad por fiebre puerperal. En 1861 sufrió una depresión severa y comenzó un comportamiento fuera de lo normal, donde hablaba continuamente de la fiebre puerperal. En 1865 le ingresaron a la fuerza en un hospital psiquiátrico, donde murió unas semanas después a consecuencia de una infección que contrajo después de sufrir una herida en un dedo mientras realizaba una autopsia. Tenía solo 47 años.
No fue hasta décadas más tarde cuando las ideas de Semmelweis fueron reconocidas y adoptadas ampliamente por la comunidad médica.
Hoy en día, la importancia de la higiene en los hospitales y en la prevención de infecciones es ampliamente reconocida. El lavado de manos con jabón y agua o con soluciones de alcohol antes de la cirugía ayuda a prevenir la infección del sitio quirúrgico y otras complicaciones postoperatorias.
Fuentes
https://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0716-10182008000100011
About the Author: Alberto Morán
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Semmelweis trabajaba cómo asistente en un hospital europeo, ahí observa que las mujeres que dan a luz en el hospital tienen una tasa de mortalidad alta a comparación de las mujeres que dan a luz en sus casas, así mismo se da cuenta de que en las dos salas de maternidad del hospital hay distintas probabilidades de muerte. Una de las salas era atendida por estudiantes y la otra con una tasa de mortalidad más baja era atendida por parteras. Despues de que un colega falleciera trás haberse provocado un corte mientras realizaba una autopsia y experimentará fiebres similares a las que presentaban las mujeres tras dar a luz, Semmelweis elabora una nueva teoría en dónde afirma la existencia de una «materia cadavérica» que era transportada por las manos de los médicos ya que era muy frecuente que los médicos atendieran a los partos justo después de haber realizado alguna autopsia, y esto solo pasaba en la sala uno. Muchos no creyeron en esta teoría; sin embargo Semmelweis propuso el uso de soluciones con cloruro de cal para el lavado de manos de los médicos antes y después de examinar a sus pacientes y eso bajo su tasa de mortalidad. Después de haber sido expulsado del hospital Semmelweis se mudo a su localidad natal dónde trabajo en un hospital y ahí nuevamente logró disminuir la tasa de mortalidad, y así se comprueba que el lavado de manos puede llegar a salvarnos la vida en situaciones quirúrgicas, etc.
Trata sobre un doctor que trabajaba en un hospital y seguido avían varias muertes por infecciones, pero los hospitales eran demasiados asquerosos y sin limpieza y por lo tanto el dio ideas de limpieza para disminuir las muertes pero no le hacían caso y luego lo despidieron luego el falleció por que le entró en depresión y por una cortadora en el dedo y tuvo una infección y después los hospitales tomaron las medidas de higiene y fueron disminuyendo las muertes.