El colesterol, ni malo ni bueno

A lo largo de los dos próximos posts os vamos a hablar de una de las familias de medicamentos más vendidas en casi todo el mundo, las estatinas.

Las estatinas son un grupo de fármacos que se emplea para reducir los niveles del colesterol en sangre. En el post de hoy os vamos a contar un montón de cosas del colesterol, para que, cuando ya lo conozcáis mejor, podamos explicar bien cómo funcionan las estatinas.

¿Qué es el colesterol?

El colesterol es una grasa de origen natural animal, que se aisló por primera vez a partir de cálculos biliares a finales del s. XVIII. En ese momento se le llamó colesterina.

Está presente en todas nuestras células y es esencial para la vida. Sí, seguro que muchos tenéis en la cabeza la idea de que el colesterol es malo. Pues como dijo Paracelso, “todas las cosas son veneno y nada es sin veneno; solo la dosis hace que una cosa no sea un veneno”. Es decir, que un exceso de colesterol sí es perjudicial. Pero vamos poco a poco.

Como hemos dicho, el colesterol es un compuesto graso de origen animal. Es decir, que NO hay colesterol en las plantas. ¿Por qué recalco el no? Pues porque hace unos años no era raro ver en la publicidad de alimentos de origen vegetal afirmar que no llevaban colesterol. Y eso es una obviedad y un pequeño intento de engañarnos. Sí que es cierto que las plantas tienen otros esteroles, es decir, moléculas de la familia del colesterol, pero no colesterol como tal. Así, en los vegetales, podemos encontrar campesterol, sitosterol, estigmasterol, avenasterol, ergosterol y brasicasterol. Y en hongos y levaduras, el esterol más abundante es el ergosterol.

Su estructura química no se conoció hasta principios del s. XX. Químicamente el colesterol es un esteroide, con una estructura básica cuyo nombre sabemos todos los que hemos sido estudiantes de farmacia, aunque parezca complicado: ciclopentanoperhidrofenantreno. A esa estructura de tres anillos de ciclohexanos y uno de ciclopentano le “cuelgan” distintos sustituyentes. El colesterol es una molécula muy hidrofóbica, es decir, se repele con el agua y es casi insoluble en ella.

¿De dónde viene el colesterol de nuestro cuerpo?

El colesterol de nuestro organismo puede venir de dos sitios diferentes:

  • La alimentación (aproximadamente un 25%).
  • Síntesis en nuestras propias células, principalmente en el hígado (75%).

El colesterol proveniente de la dieta se encuentra en alimentos de origen animal, fundamentalmente huevos y vísceras como los sesos, el hígado, los riñones… Sin embargo, es importante saber que tan solo se absorbe en nuestro intestino un 40-50% del colesterol ingerido. Por lo tanto, tomar directamente alimentos altos en colesterol no suele ser la causa de un alto nivel de colesterol en sangre. Sí hay numerosos estudios que determinan un aumento de los niveles de colesterol tras la ingesta de alimentos ricos en grasas saturadas y grasas trans, aunque no se conoce bien el mecanismo. Las grasas saturadas se encuentran en alimentos de origen animal y también en algunos aceites vegetales como el aceite de palma o el de coco. Las trans están sobre todo en alimentos elaborados con grasas hidrogenadas, como la bollería.

Sin embargo, como hemos dicho, la mayor parte del colesterol es de origen endógeno, lo fabrica nuestro propio cuerpo. La síntesis química completa no tiene sentido que os la contemos aquí, pero si a alguien le interesa, la tiene muy bien explicada aquí.  Sí que es importante saber que un paso clave en esta síntesis es la formación de mevalonato a partir de 3-hidroxi-3-metilglutaril~CoA (HMG-CoA), catalizado por la enzima HMG-CoA reductasa. Quedaos con el nombre de esta enzima, porque es sobre la que actúan las estatinas.

Este colesterol fabricado mayoritariamente en el hígado pasa a la sangre. Allí se transporta unido a unas proteínas específicas llamadas las lipoproteínas. Unido a estas lipoproteínas es distribuido por todo el organismo.

Infografía tomada de la FDA (https://www.fda.gov/drugs/drug-safety-and-availability/su-colesterol)

¿Para qué vale el colesterol?

El colesterol, lejos de la mala fama que le persigue, tiene funciones esenciales en nuestro cuerpo.

  • Función estructural: es un componente esencial de las membranas celulares de los animales. En la membrana cumple varias misiones:

Ilustración tomada de https://es.khanacademy.org/science/ap-biology/cell-structure-and-function/plasma-membranes/a/structure-of-the-plasma-membrane
  • Soporte y estabilidad. La parte hidrófoba del colesterol ocupa los espacios que dejan los fosfolípidos debido a la diferente longitud de sus cadenas hidrofóbicas. Así, otorga mayor rigidez a la bicapa lipídica y disminuye su porosidad. Por lo tanto, el colesterol ayuda a mantener la integridad de la membrana y ayuda a su función como barrera entre el interior y el exterior celular.
  • Regulación de la fluidez. A bajas temperaturas, el colesterol evita que los fosfolípidos se compacten y aumenta la fluidez. A altas temperaturas, la disminuye, por la rigidez de su estructura. De esta manera, el colesterol hace que la membrana celular mantenga una fluidez funcional en un mayor rango de temperaturas.
  • Precursor de la vitamina D. La vitamina D se sintetiza a partir del colesterol.
  • Precursor de las hormonas corticoides, como el cortisol y la aldosterona.
  • Precursor de las hormonas sexuales, andrógenos (testosterona), progestágenos (progesterona) y estrógenos (estradiol).
  • Precursor de las sales biliares. Las sales biliares son el componente fundamental de la bilis. La bilis participa en la digestión, solubilizando los lípidos. Esto permite que se puedan absorber correctamente las grasas.
  • Correcto funcionamiento cerebral. Pese a que aún no se conoce exactamente el mecanismo de acción, parece ser que unos niveles adecuados de colesterol en las membranas neuronales son esenciales para su correcto funcionamiento.

Como podemos deducir de todas estas funciones (y algunas más que están siendo estudiadas, sobre todo en relación con el cerebro), el colesterol es imprescindible para la vida. Por lo tanto, no lo podemos “demonizar”.

¿Hay colesterol bueno y colesterol malo?

Seguro que esto es algo que habéis oído mucho. Incluso los profesionales de la salud lo decimos así a veces. Pero, en realidad, solo hay un colesterol. ¿Por qué hablamos entonces de colesterol bueno y malo? Para ser transportado en sangre, como es una molécula muy hidrófoba, necesita alguien que le ayude. Hay dos lipoproteínas que se encargan de este transporte: las lipopoproteínas de baja densidad o LDL (low density lipoprotein) y las de alta densidad o HDL (high density lipoprotein).

Las LDL son encargadas de llevar el colesterol a los tejidos. Las HDL llevan el colesterol de los tejidos hacia el hígado, donde se elimina en forma de colesterol libre o sales biliares.

Cuando el médico nos manda un análisis, nos dan datos de colesterol total, y de colesterol unido a estos dos tipos de lipoproteínas: colesterol-LDL y colesterol-HDL. El colesterol unido a HDL es el que coloquialmente se llama colesterol bueno. Esto es así porque es colesterol que se lleva a “eliminar” del organismo, como hemos dicho más arriba. Por el contrario, el colesterol-LDL es el llamado malo. Esta fracción de colesterol unido a LDL es el que se transporta a las células de todo nuestro organismo y el que se deposita en nuestras arterias, pudiendo provocar problemas cardiovasculares, como veremos un poco más delante.

¿Qué nivel de colesterol hay que tener?

Los niveles de colesterol sanguíneo recomendados han ido variando con los años. Actualmente la recomendación de las principales sociedades médicas son las siguientes:

Infografía tomada de https://www.armolipidplus.es/es-es/colesterol

Algunas sociedades médicas modulan un poco estos niveles en función de la edad.

¿Por qué se recomiendan estos límites? Todo comienza con el conocido Estudio Framingham. Es un estudio que se puso en marcha en 1948 en la ciudad de Framingham. Impulsado por el Servicio de Salud Pública de los Estados Unidos tenía como objetivo investigar los factores de riesgo de las enfermedades cardiovasculares. Inicialmente contó con la participación 5.209 mujeres y hombres sanos de entre 30 y 62 años, que no habían tenido ningún síntoma de enfermedad cardio o cerebrovascular. En 1971 se reclutó a una segunda generación de 5124 hijos e hijas (más sus cónyuges). Y en 2002 se incluyó a 4095 individuos de la tercera generación. Tenéis una revisión muy buena de este estudio en este enlace. El estudio sigue adelante, por cierto. Tras tantos años, se ha reunido una enorme colección de datos muy valioso. Así, este estudio realizó varios descubrimientos importantes, como relacionar el hábito de fumar con una mayor probabilidad de sufrir enfermedades cardíacas o la relación entre una tensión arterial elevada con accidentes cerebrovasculares. En lo referido al colesterol, identificó que niveles elevados de colesterol total y colesterol-LDL y bajos de colesterol-HDL eran un factor de riesgo para sufrir enfermedades cardio y cerebrovasculares.

Además de este estudio, hay mucho otros que parecen confirmar que concentraciones de colesterol total en sangre superiores a 200 mg/dl están relacionadas con una mayor posibilidad de sufrir enfermedades cardiovasculares. En pacientes de muy alto riesgo, como los diabéticos tipo 2 y aquellos que ya han sufrido una enfermedad cardiovascular, se añade además que el nivel de colesterol-LDL ha de ser menor de 70 mg/dl.

 

¿Por qué niveles altos pueden ser malos para la salud?

Como hemos visto en el punto anterior, hay relación entre el colesterol y la enfermedad cardiovascular. ¿Dónde está esa relación? Cuando hay un exceso de colesterol circulante en la sangre, tiende a depositarse en la pared de las arterias. Allí forma lo que se llama “placas de ateroma” o ateromas sin más. Estos depósitos están formados por colesterol y por células que acuden a intentar “comerse” el colesterol y eliminarlo de allí. Son, entre otras, los macrófagos. Los macrófagos además secretan mediadores que provocan fibrosis en la pared de la arteria donde está el ateroma y puede hacer que se calcifique. Las placas se van haciendo cada vez mayores porque además se sigue depositando colesterol. Esto hace que los vasos sanguíneos sean más rígidos y se lleguen a obstruir. Para complicarlo aún más, las placas se pueden romper y dar lugar a trombos. Estos trombos se pueden desprender (émbolos) y moverse por el torrente circulatorio hasta llegar a vasos más pequeños, que bloquean y dan lugar a un embolismo (no llega la sangre al tejido correspondiente).

Todos estos fenómenos conforman la llamada arteriosclerosis, que puede dar lugar a infartos, trombosis cerebrales, isquemias intestinales…

¿Y los niveles bajos?

Lo primero que hay que saber es que es bastante raro encontrarse con personas con niveles muy bajos de colesterol. No existe un consenso muy claro que marque unos niveles de colesterol total o colesterol-LDL muy bajos, si bien algunos autores hablan de 40 mg/dl para el colesterol-LDL.

Algunos estudios han determinado relación de niveles muy bajos con algunas enfermedades. Aún no está muy claro y en cualquier caso hay que recordar que relación no significa causalidad. Así, algunos trabajos afirman relación entre niveles de colesterol-LDL bajos o colesterol total con Parkinson, demencia, problemas de comportamiento, depresión o incluso accidentes cerebrovasculares hemorrágicos.

En cualquier caso, es muchísimo más frecuente tener colesterol alto que muy bajo y está mucho mejor acreditada la relación del alto con diversas enfermedades que al revés.

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About the Author: Alberto Morán

Licenciado en farmacia por la Universidad Complutense de Madrid. Realicé mi tesis doctoral en el Departamento de Bioquímica y Biología Molecular de la Facultad de Farmacia. Posteriormente hice un Máster en Dirección de Empresas Biotecnológicas. Trabajé casi un año en una consultoría de biotecnología. Posteriormente fui investigador y docente en la Universidad Complutense de Madrid durante siete años. Mi carrera investigadora se desarrolló en el estudio de los mecanismos moleculares del cáncer (colon y pulmón esencialmente). En noviembre de 2012 abandoné definitivamente el laboratorio. En la actualidad soy titular de una oficina de farmacia.

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