¿Cuánto duran los anticuerpos tras una infección por SARS-CoV-2?

¿Cuánto duran los anticuerpos tras una infección por SARS-CoV-2? ¿Todas las personas que se hayan infectado producen la misma cantidad de anticuerpos? Si hay diferencias, ¿de qué dependen?

Para contestar a estas preguntas, hemos analizado 2001 trabajadores de tres hospitales en Londres, entre la primera y la segunda ola de la pandemia en Reino Unido. Los tres hospitales se encuentran en la zona Este de Londres, caracterizada por una población muy heterogénea desde el punto de vista étnico, lo cual nos ha permitido estudiar las diferencias entre personas de diferente origen.

Utilizamos un test rápido para determinar la presencia o ausencia de anticuerpos frente a la proteína N (o Nucleoproteína) de SARS-CoV-2, y comprobamos los resultados con un test cuantitativo que mide los niveles de anticuerpos en la sangre de los participantes al estudio. Ninguno de ellos era positivo al virus o tenia síntomas cuando se realizó la prueba de anticuerpos.

Al principio de la pandemia se identificaron algunas características que representaban un riesgo para el desarrollo de una enfermedad más grave tras la infección por SARS-CoV-2: ser varón, tener una edad avanzada, ser de origen asiático o afro-americano, tener problemas cardiovasculares, obesidad o diabetes.

Para estudiar si estos mismos factores son relevantes para la producción de anticuerpos, dividimos los participantes al estudio en grupos según

  • sexo
  • edad
  • etnia de origen (según el listado oficial del gobierno de Reino Unido: asiática, blanca, negra, mixta, otro)
  • presencia de otras enfermedades
  • presencia de síntomas específicos de COVID-19 en los meses anteriores (fiebre, tos, perdida de olfato y gusto)

Tuvimos en cuenta también el tipo de trabajo que nuestros participantes llevaban a cabo en el hospital, separando aquellos que habían estado en contacto directo con pacientes de COVID-19 durante la primera ola de la pandemia en Reino Unido (primera línea), de aquellos que habían llevado a cabo tareas sin contacto directo con pacientes infectados (no en primera línea).

Al principio del estudio (verano 2020) aproximadamente un cuarto de los trabajadores analizados era positivo a los anticuerpos anti-N (506 sobre 2001). Los grupos con un porcentaje más alto de positivos eran: varones entre 48 y 67 años de edad, individuos de etnia asiática o negra, y trabajadores en prima línea. En general, el porcentaje de hombres con anticuerpos era más alta que el porcentaje de mujeres con anticuerpos, en todas las franjas de edad.

Cuando medimos la cantidad de anticuerpos en la sangre de nuestros voluntarios, descubrimos que aquellos entre 48 y 77 años tenían más anticuerpos que los participantes más jóvenes, y que los voluntarios de origen asiático tenían más anticuerpos que los participantes de otras etnias. Las personas con hipertensión, diabetes y obesidad también tenían niveles más altos de anticuerpos, en comparación con las personas sin estas enfermedades.

Con respeto a la presencia de síntomas específicos de COVID-19 en los meses anteriores al test, los participantes con al menos un síntoma tenían niveles de anticuerpos más altos, sobre todo si los síntomas habían tenido una duración mayor a los 11 días.

Volvimos a medir los anticuerpos de 545 de los participantes tres meses después de la primera prueba (otoño 2020). Alrededor de 1 de cada 3 de aquellos que habían dado positivo al principio del estudio ya no tenían anticuerpos, y, en general, vimos una bajada en los niveles de anticuerpos en la sangre de todos los participantes, incluidos aquellos que seguían siendo positivos. Los niveles habían bajado de un tercio en comparación a la primera prueba hecha tres meses antes. Los voluntarios en las categorías en riesgo de desarrollar una enfermedad más grave tras la infección por SARS-CoV-2 (mayores, negros o asiáticos, e hipertensos) también tenían niveles más altos y duraderos de anticuerpos.

Tanto los trabajadores en primera línea como aquellos no en primera línea habían perdido alrededor de un tercio de sus anticuerpos en los tres meses entre la primera y la segunda prueba.

Todavía no se sabe por qué algunas etnias y franjas de edad desarrollen una enfermedad más grave, y que implicación tiene los altos niveles de anticuerpos en la sangre. En particular, los anticuerpos anti-N no son capaces de bloquear el virus, a diferencia de los anticuerpos anti-Spike (S), que tienen una tendencia parecida a disminuir con el tiempo.

Los resultados de este estudio que llevamos a cabo en Londres, son muy parecidos a los resultados de otros estudios que han involucrado a un gran número de personas en diferentes partes del mundo. Los anticuerpos frente a la proteína S también disminuyen con el tiempo, con una velocidad que depende de la gravedad de la infección. En el caso de síntomas leves o moderados, los anticuerpos anti-S desaparecen en aproximadamente 5 meses. Según los resultados de todos los estudios llevados a cabo hasta ahora, resulta evidente que la vacunación es importante incluso para aquellos que tuvieron la infección en el pasado, porque evita que sus anticuerpos desaparezcan totalmente en unos pocos meses.

Aunque todavía no queda claro si una persona puede infectarse más veces con SARS-CoV-2, sabemos que esto puede ocurrir con otros coronavirus, porque los anticuerpos que producimos frente a ellos desaparecen en 6-12 meses, y acabamos de ver que algo parecido pasa con los anticuerpos frente a SARS-CoV-2.

Tener bajo control los niveles de anticuerpos nos permite evaluar el riesgo de ser infectados por el virus. Además, las vacunas aprobadas hasta ahora estimulan la producción de anticuerpos únicamente frente a la proteína S, mientras los anticuerpos frente a la proteína N se producen únicamente en caso de infección. Es muy importante conocer los niveles de anticuerpos en la población, y diferenciar entre los dos tipos de anticuerpos nos permite localizar un nuevo brote (individuos con anticuerpos anti-N), y establecer si y cuándo es necesario volver a vacunar la población (cuando los niveles de anticuerpos anti-S empiezan a desvanecerse).

Bibliografía

Disparities of SARS-CoV-2 Nucleoprotein-specific IgG in healthcare workers in East London, UK, Choudhry N, Drysdale K, Usai C et al., Frontiers in Medicine 2021, http://doi.org/10.3389/fmed.2021.642723

Imagen d e portada “COVID Antibody Testing at Mahaffey Theater” de CityofStPete , licencia CC BY-ND 2.0

 

 

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About the Author: Carla Usai

Licenciada en Biotecnología Industrial por la Universidad de Padua (Italia), Doctora en investigación Biomédica por la Universidad de Navarra. Realizó estancias de investigación en el Scripps Research Institute, California (EEUU) y en el Blizard Institute, Queen Mary University of London (Reino Unido). Actualmente, desarrolla su actividad en Centre de Recerca en Sanitat Animal (IRTA-CReSA) en Barcelona. Su investigación se centra en el estudio de infecciones víricas, en particular, por el virus de la hepatitis delta (HDV), y, más recientemente, SARS-CoV-2. Si quieres puedes seguirla en @CarlaBiotech o en virusandco.art.blog

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